Tomo la idea del maestro Félix Machuca, con el que me unen el apellido y los sentimientos sevillistas, que no otra serie de lazos, para decir que el primer regalo de Reyes Magos lo ha hecho Lopetegui a sus paisanos vascos, con esa alineación tan extraña que presentó y que nos dejó sin banda izquierda durante toda la primera parte. Al menos rectificó en el descanso, pero regalar cuarenta y cinco minutos a un magnífico equipo en defensa es algo que un equipo como el nuestro no se puede permitir, con todo lo que le cuesta meter un gol.
Conforme pasan los partidos, parece que el divorcio con las redes es un problema multifactorial, puesto que es de sistema de juego pero también lo es de calidad en la finalización. Y, claro, si creamos pocas ocasiones y las fallamos, pasa lo que pasó, que tuvo que meter nuestro gol un defensa bilbaíno. El remate al palo de De Jong, desgraciadamente, no fue solo una cuestión de mala suerte, de lances del juego como pudo pasar en el caso de la oportunidad que tuvo Munir. Dar en el poste fue lo mejor que pudo pasar poniendo el pie como lo puso. Y eso…
Aspirar a jugar la Champions con unos delanteros que entre todos han marcado tres goles en lo que va de Liga, aunque decir esto sea injusto hacia algunos que apenas han disfrutado de minutos, es una quimera, porque repetir estos treinta y cinco puntos en la segunda vuelta se me antoja, sin cambios, una tarea casi imposible.
Algo habrá que hacer. Son estos de enero tiempos de cambio y una oportunidad para reconducir, para terminar de ajustar. Porque, aunque treinta y cinco puntos los hubiéramos firmado casi todos los sevillistas en agosto, hoy sabemos que podríamos haber sumado algunos más de haber tenido más calidad de cara al gol.
Monchi apuntaba recientemente que el Sevilla debería tener en el futuro próximo la oportunidad de aspirar a ganar la liga. Deberían conjugarse para ello, si no hay un cambio del modelo económico en LaLiga que garantizase más igualdad y competitividad, un mal año de los tres grandes y uno extraordinario nuestro. Esta temporada podría haber sido, porque la sensación que tenemos, yo al menos, es de que los grandes no están como en otras. Y esto, desgraciadamente, visto lo visto, no es fácil que se repita como una rutina. Nuestra liga no es la NBA, no es la inglesa, y ni la distribución de los recursos ni la caverna mediática permitirán que la excepción pueda llegar a convertirse en hábito.
Ahora nos toca ir al Bernabéu. Ojalá que los Reyes Magos nos traigan un partido digno del que nos podamos sentir orgullosos. No digo ya que ganemos, que ojalá, sino que compitamos con una dignidad que desgraciadamente no ha sido la norma durante las últimas temporadas, las de goleadas en apenas cuarenta y cinco minutos o la de las excusas de Machín, cuando comenzó a cavarse su fosa.
Comienza el nuevo año, la segunda vuelta, la fase del KO en Copa del Rey en Europa League. Todo por hacer. La trayectoria merece que se realicen ajustes. Y ya que sabemos que el entrenador no va a cambiar su sistema, que lo tiene metido entre ceja y ceja como una txapela, quizás haya que acudir a la chistera del León de San Fernando, una chistera que ha sido mágica al traer jugadores de la talla de Diego Carlos, Koundé, Ocampos, Joan Jordán o Fernando, que en apenas unos meses se han convertido en el sostén de un equipo que deseamos que pueda tener la guinda ahora. Fueron demasiadas entradas y salidas y quizás ya ni la cabeza ni el dinero dieron para finalizar la obra. Ojalá sea ahora, porque la trayectoria del equipo y la de los demás la merecen. Nos falta remate, falta rematar el proyecto. Es hora de hacerlo, al menos es lo que esperamos.