Muy mal está llevando el Sevilla Fútbol Club el cambio de ciclo, con un claro componente generacional, que ha emprendido en varios departamentos del club por culpa evidentemente del paso del tiempo. Los artífices del Sevilla de los éxitos han agotado sus ideas y han visto mermadas sus fuerzas, obligando a ser relevados por savia nueva que emprenda los retos futuros con el mismo tesón que ellos pusieron en su momento para llevar al club a cotas hasta entonces inimaginables.
El constructor del Sevilla Fútbol Club triunfante fue, sin duda, Monchi, el único director deportivo que ha levantado títulos con el emblema sevillista. Dos han sido los presidentes triunfadores, cuatro han sido los entrenadores y cientos los futbolistas; pero directores deportivos solo ha habido uno que hiciera campeonar al club de Nervión. Su relevo ha empezado, sin embargo, con más pena que gloria.
Solo hay que analizar la contribución de los fichajes de Orta en el último mercado invernal para comprobar la nula aportación de su trabajo a la delicada situación del Sevilla Fútbol Club. De los tres incorporados, solo uno de ellos, el lesionado Agoumé, tiene crédito ante los ojos del entrenador, cuya contratación tampoco parece estar siendo un acierto. Cierto es que la llegada en verano de Lukebakio, Nyland, Soumaré y, en menor medida, Sow hay que colocarla en el platillo positivo de la balanza. Cierto es también que su antecesor tuvo grandes pifias, pero la única realidad es que la plantilla conformada por Víctor Orta, con el entrenador al frente, lleva toda la temporada coqueteando con el descenso y sin visos de mejoría. Por lo tanto, no se puede decir que su gestión esté siendo óptima.
Uno de sus encargos es, precisamente, el rejuvenecimiento del plantel y ahí encontramos otros casos de mala gestión del relevo generacional. Ivan Rakitic, uno de los emblemas de la entidad y cabeza visible del éxito de la séptima UEL, se ha tenido que marchar casi que por la fuerza y de mala gana, cuando lo más fácil hubiera sido que lo que ocurrió en enero aconteciera en mayo. El croata tendría que haberse marchado recibiendo un último aplauso del Sánchez-Pizjuán, cuando el Sevilla Fútbol Club estaba en la cresta de la ola con la euforia del último trofeo conquistado. Sin embargo, pocas cosas hay más difíciles para un futbolista que sabe gestionar el momento de la retirada, con lo que se perdió una oportunidad de oro para una extraordinaria despedida.
Lo mismo que al croata le está pasando a Sergio Ramos, cuya presencia está lastrando al equipo más que ayudándole. Con cerca de 40 años, las intervenciones del camero en un puesto clave como el de defensa central requieren de espacios cortos y tiempos de reacción largos, lo cual es todo un lujo ante delanteros veloces como los que actualmente imperan en el panorama futbolístico. Su presencia en el once titular del Sevilla Fútbol Club, por tanto, está obligando al entrenador a recurrir a una defensa de cinco que está mermando el juego de ataque sin fortalecer el aspecto defensivo, como se ha puesto de manifiesto en los dos últimos partidos ante rivales de similar potencial. Bien está esa línea de tres centrales y dos carrileros ante equipos potentes que te dominan y obligan a parapetarte casi en tu propia área, como fueron Atlético de Madrid o Real Sociedad, pero ante Almería y Celta se vio la inoperancia de la escuadra de Quique para construir fútbol.
Siendo todo esto grave, quizá lo peor para el sevillismo es contemplar que esa nefasta gestión del relevo generacional en los departamentos más cercanos al césped tienen su reflejo también en la planta noble del estadio. Sin ir más lejos, anoche mismo, hubo otra ocasión para comprobar que el rejuvenecimiento en los despachos tampoco ofrece perspectivas esperanzadoras. Por enésima vez, el expresidente José María del Nido Benavente fuerza la celebración de una Junta General de Accionistas de la que únicamente sale en claro su nefasta actitud y la de todos los que le rodean.
Qué mal gusto y qué poca clase hay que tener para mostrar ese clasismo chulesco o esa chulería clasista, en cada referencia al expresidente Pepe Castro. Cómo puede acusar de actitud caciquil quien es un déspota durante toda su vida. Tras la celebración de la Junta, Benavente hizo referencia a su condición de padre desde que tenía 20 años. Se lo imagina uno a esa edad soltando el biberón en su casa y cogiendo el puño americano para salir a las calles de Sevilla a agredir a comunistas y a todo el que le diera la gana en los años de la Transición en los que los fachas de verdad, no los de ahora, sembraban el terror por el centro de la ciudad con el hijo del entonces presidente de Fuerza Nueva a la cabeza.
Que el Sevilla Fútbol Club de Del Nido Carrasco es nefasto no hay ni que dudarlo, pero si el del futuro lo tiene que construir Del Nido Benavente apoyado en ‘los americanos‘, aviado está el sevillismo. Que se vayan preparando los Biris para volver a ser enjaulados y que la afición se prepare para volver a escuchar a toda potencia la música heavy para acallar los pitos contra quien hoy se queja de actitud caciquil. Lo malo de cumplir años es que se pierde la memoria… aunque no siempre ni todos.