Opinión
Prepotencia, ignorancia y cobardía
Qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Eso fue lo que pensaron Jul y Gan a la salida del encuentro entre el Sevilla Fútbol Club y el Rayo Vallecano, tras consumarse la tercera derrota contra equipos madrileños en la presente liga.
—Pues el tema parece que no era el entrenador—comentó Jul cuando abríamos la puerta de casa.
—Lo del Sevilla no es coyuntural sino estructural—sentenció Gan, mientras Jul y este que transcribe lo mirábamos como si el que hubiera hablado fuese el mismísimo psicoanalista de Sampaoli—. Esto va mucho más allá.
—A ver, explícate miarma, porque no me entero de lo que dices. O yo estoy más espeso que el centro del campo de nuestro equipo, o lo que haces es ensayar para que un día sustituyamos a Valdano en su columna a base de frases que no no entendamos ni nosotros mismos.
Gan nos miró a Jul y a mí con una altivez y displicencia como la que solo puede mirar un porteño. Demasiado argentino en el equipo parece haberle intoxicado en la pose. Se hizo de nuevo el silencio hasta que abrimos la puerta de casa. Lo hicimos con cuidado de que nuestro vecino no notase que habíamos llegado. La de veces que ha salido esta temporada a preguntarnos cómo había quedado el partido. Al parecer solo ha sido en esta cuando no nos ha prestado atención y ha tenido que venir a preguntarnos.
—Lo del Sevilla es estructural—continuó Gan como si todavía estuviésemos en el portal de casa—. No se trata solo de que el equipo haya envejecido mal o que se haya fichado aún peor, tanto desde el punto de vista de los nombres como de la tipología de los jugadores. Es que no hay nada que vaya bien.
Su teoría, según nos explicó, es que el tema es mucho más profundo de lo que creemos. Porque no es solo el primer equipo, es el Sevilla Atlético, son los juveniles que apenas han rascado bola en la Youth League…
—¿No será que están preparando todo para vender el club? —preguntó Jul. Porque aquí parece que se masca algo que no sabemos.
Ahora fuimos Gan y yo los que nos miramos. Yo casi nunca hablo. Y no solo porque jamás me echen cuenta, que esa es otra, sino porque cuestiones como esta se me escapan y mucho, la verdad sea dicha.
—El silencio—sentenció Gan.
Jul abrió el ordenador y se puso a buscar en Internet. Tecleaba, miraba, pinchaba, volvía a teclear… Como a veces es muy pesado y no me deja trabajar ni escribir el artículo, le conminé a que lo dejara.
—Venga, Jul, déjate de meterte en Tinder y devuélveme el ordenador, que quiero quitarme el artículo de la semana cuanto antes. Que el Sevilla no está para mucho pensar.
—Las mentiras más crueles son dichas en silencio—pronunció Jul con solemnidad.
Gan y yo nos quedamos atónitos. No era su fuerte esto de las frases lapidarias. De hecho, la única frase que le recuerdo desde que compartimos piso es una del cantante Silvio, que decía algo así de profundo como que si no hubiera bacalao no existiría la Semana Santa. Algo que, por cierto, no he terminado nunca de pillarle el sentido.
—Robert Louis Stevenson—afirmó con displicencia mientras me devolvía el ordenador.
Lo primero que pensé al escucharle fue que no solo el Sevilla Fútbol Club había cambiado, sino que a nuestro Jul lo habían cambiado también. De todas formas, cuando cogí el ordenador estaba todavía abierta una página de frases célebres. También estaba abierto Tinder, y vi cómo esa misma frase se la había enviado a una muchacha con la que chateaba. Decidí que, por si las moscas, era mejor reiniciar el ordenador antes de comenzar a escribir el artículo.
—Aquí los únicos que están dando la cara son el entrenador, porque no le queda otra, y Monchi, por tres cuartos de lo mismo—opinó Gan.
—Y el presidente, ausente—terció Jul—. Estará en el palco los domingos, pero el resto de la semana parece que se ha marchado a la República Dominicana.
—¿A la República Dominicana? —preguntamos extrañados.
—Vamos por decir algo que rimara—respondió Jul—. Que mañana quiero ir a la Feria del Libro. ¿No os gusta el cuarteto? Presidente, ausente; semana, dominicana. Y me falta añadir palangana.
—La conspiración del silencio—afirmó Gan, que no prestaba atención a las veleidades poéticas de nuestro amigo y contraatacaba con su afición al séptimo arte—. Que en estos días, además de Feria del Libro hay Festival de Cine Europeo.
Cuando al fin se nos acabaron las tonterías pudimos hablar de los males, de los verdaderos males del club. Un club que se ha disuelto como un azucarillo; que, incluso habiéndose clasificado para Champions tres años seguidos y a pesar de no haber realizado operaciones económicas desorbitadas ni haber metido palanca alguna, se cae a pedazos. Y todo, ante una afición que asiste atónita e impotente a un espectáculo del que no sabe nada, como si las cuentas del Sevilla fueran las de una empresa cualquiera, sin respetar que es gracias a los que nos sentamos en el estadio o frente al televisor por lo que sobreviven los dirigentes, los futbolistas y todos los actores secundarios de esta farsa en la que han convertido el fútbol.
El silencio puede a veces ser signo de inteligencia. Pero no en este caso. En este caso rezuma prepotencia, ignorancia y cobardía. ¿O no?
Hay que buscar el salidero. Porque esto cada vez huele más a cloaca.
octubre 31, 2022
Te interesa
Te interesa

Por favor, permítenos mostrarte publicidad
Parece que usas un bloqueador de anuncios. Sin embargo, La Colina de Nervión depende de la publicidad que te mostramos para mantener en funcionamiento este periódico. Por ello, te pedimos que desactives tu bloqueador de anuncios con nuestro sitio web. Gracias.

Deja una respuesta