Cuando llega el domingo empieza a entrarme un sentimiento contradictorio que es mezcla de cansancio, desesperación y pereza. No encuentro otros calificativos. Y es que debería ser todo lo contrario. Pensar en el fin de semana y sentir alivio. Pero de repente me viene a la cabeza que el Sevilla juega fuera y no sé lo que me entra.
Esta jornada no iba a ser menos y es que, está visto y comprobado, que cuando los de Nervión acuden a otro campo que no sea el Sánchez Pizjuán, la cosa se tuerce. En ocasiones con más suerte que otras pero, en el 99,9% de los casos, dejando escapar los tres puntos reglamentarios.
Ayer todo parecía ir bien. De hecho los de Emery dominaron durante los primeros veinte minutos. Pero de repente, la pereza. Me da pereza ver cómo dejan escapar oportunidades, me da pereza comprobar la falta de puntería de los sevillanos, me da pereza ser testigo de fallos individuales y comprobar que no se está a la altura. ¿Pero por qué siempre fuera de casa?
Yo creo que junto a por qué Pablo Iglesias se puso smoking en los Goya, es la pregunta que más me hago.
Pero bueno, lo hecho, hecho está. Pero con la cantidad de oportunidades que tuvieron los de Emery, la duda me corroe. Yo les recomiendo que visiten un chamán que hay en la Alameda y que les haga una buena limpieza energética. Que se pase por el vestuario un día. Porque esto es un sinsentido, la verdad.
Y como cualquier domingo, cada quince días, dejé que mi pereza supina motivada por el juego de los míos me embriagara. ¿Que te llaman para tomar unas cañas? Pá qué. ¿Que si un cine? Pa qué. Es que no me sale. Ya me activaré la jornada que viene, cuando los de Emery vuelvan a jugar en el Sánchez Pizjuán y vuelvan a hacerse con los tres puntos como suele siendo habitual.