En la jornada de ayer tuvo lugar el primer encuentro de los cuartos de final de la Copa del rey. Un Sevilla crecido por la trayectoria se enfrentaba a un sorprendente Mirandés. A simple vista el encuentro no tendría que suponer ningún esfuerzo pero sí es cierto que los ocho cambios que introdujo Emery en la convocatoria hicieron que el juego de los de Nervión se resintiera un poco.
El balón no alcanzaba la otra mitad del campo gracias a una clara ofensiva de los castellanos, que durante la primera parte supieron mostrarse autoritarios. Aun así, el predominio fue puramente de los sevillistas que afrontaron, como en el medievo, un buen cuerpo a cuerpo con los caballeros leoneses. Un mano a mano en el que se pudo apreciar cómo el meta visitante tuvo que hacer de su capa un sayo para defender, a golpe de paradas como si de un escudo se tratara, las ocasiones de gol de los rojiblancos. Un total de nueve en los noventa minutos. Se ganó el jornal el muchacho.
Pero el primer requiebro vino de la mano, del pie en este caso, de N´Zonzi y sirvió para que los visitantes se pusieran en pie de guerra. Tanto que llegó un primer tiro a puerta que, afortunadamente para los de Emery, quedó en un susto al dar en el palo.
Y visto el resurgir, vista la monotonía. No había forma de que los del Mirandés encajaran un tanto ni que los sevillistas aumentaran la ventaja en el marcador. Y eso que el partido estaba más que interesante. Pero se tuvo que esperar hasta la segunda parte, momento en el cuál Vitolo logró oxigenar la distancia otorgando un respiro para el partido de la semana que viene. Que por cierto, a aquellos aficionados sevillistas que se desplacen hasta Miranda de Ebro, indicarles que eso está mucho más arriba de Despeñaperros y el grajo anda volando muy bajo. Yo me entiendo.