El diez de mayo de dos mil seis el Sevilla FC derrotó de forma contundente al Middlesbrough por cuatro goles de diferencia. Ni en muchos sueños sevillistas se había planteado una final así. La gloria regresaba a Sevilla. Muchos años de sufrimiento, de adversidades, años turbios, años en los que el Sevilla no logró escribir su nombre en ningún título. Tras mucho esfuerzo y dedicación, llegó la UEFA. Una competición querida por todos los sevillistas y una copa que ama al Sevilla FC. El diez de mayo de dos mil seis llegó la primera.
El camino a Eindhoven
El Sevilla comenzaba su camino en la UEFA enfrentándose al Mainz 05. El conjunto alemán logró salir vivo de Nervión empatando a cero, pero cayó derrotado por cero goles a dos en el Commerzbank Arena. El sorteo colocó al Sevilla en el grupo H, junto al Zenit, Bolton, Vitória de Guimarães y Beşiktaş. Finalmente acabó líder del grupo y accedió a dieciseisavos. Aquí venció al Lokomotiv de Moscú por un global de cero a tres. En octavos de final el Lille lograba vencer en suelo francés , sin embargo el Sevilla le dio la vuelta a la eliminatoria en el Sánchez-Pizjuán. En cuartos de final el Sevilla volvía a pisar suelo ruso, volvía a enfrentarse al Zenit. Un contundente marcador global de dos a cinco metió a los sevillistas en semifinales, donde se enfrentó al Schalke 04. En el minuto cien de partido Antonio Puerta dio a los sevillistas la posibilidad de volver a hacer historia, devolvió al Sevilla a una final.
La final de la afición
Todo el mundo quería vivir la final, nadie quería perdérsela. Existía esa incertidumbre de cuando se volvería a repetir otra final como esa, todo el mundo buscaba la forma de estar en Holanda. El Philips Stadium acogió la final de la UEFA entre el Sevilla FC y el Middlesbrough, conjunto inglés con grandes jugadores como Schwarzer, Viduka, Rochemback o Hasselbaink. Se buscaron mil métodos y formas para ver al Sevilla en Eindhoven, y como segunda opción, el Sevilla colocó pantallas gigantes en el auditorio Rocío Jurado. Un audiotorio repleto donde no cabía ni un alfiler y que ayudó a muchos sevillistas a sentirse más cerca del equipo, a vivir la final entre su familia sevillista.
Una alineación inesperada
Juande Ramos colocó sobre el terreno de juego una alineación poco habitual sentando a Kanouté, máximo goleador sevillista de la competición. En la portería estaba Palop, fijo para Juande. La defensa la formaron Daniel Alves, Javi Navarro, Escudé y David. En el centro del campo Martí y Maresca, y por las bandas Jesús Navas y Adriano. Como referencia atacante, Saviola y Luis Fabiano. Juande consideró que Kanouté no estaba para jugar el partido completo, y en un acto de valentía, colocó a Luis Fabiano junto a Saviola. El jugador brasileño del Sevilla no pasaba por su mejor momento como nervionense, sin embargo resultó ser decisivo en la final.
El Sevilla aplastó al Middlesbrough
Llegó la hora de la verdad. Un partido igualado hasta que apareció la cabeza de Luis Fabiano. Un centro desde la derecha de Daniel Alves que el delantero brasileño remató de forma impecable al fondo de la red. La locura se desató en el Philips Stadium. El Sevilla estaba cerca de traer la copa a casa, pero aún quedaba trabajo por hacer. En el minuto cincuenta y uno pudo cambiar la historia, pero apareció Andrés Palop para sacar bajo palos el tiro de Viduka. Ya en el minuto setenta y ocho, Maresca cazó el rechace del portero australiano del Middlesbrough y colocó el cero a dos en el marcador. El Sevilla casi tenía las manos puestas en la copa, y volvió a aparecer Maresca para confirmarlo. El italiano controló la pelota en la frontal del área y la colocó inalcanzable para el portero. Sin embargo, aún quedaba más. En el minuto cuarenta y seis había saltado al campo Kanouté sustituyendo a Saviola. Casi en el noventa de partido, el jugador malí del Sevilla FC marcaba el cuarto tanto sevillista. La copa de la UEFA volaba hacia Sevilla.
La UEFA era del Sevilla
Sin llamar demasiado la atención, el Sevilla consiguió traer a Sevilla un título europeo. Quince kilos fueron los que Javi Navarro tuvo que levantar al cielo de Eindhoven, quince kilos muy esperados por la afición sevillista. Muchos sentimientos acumulados se liberaron cuando el capitán sevillista alzó la copa. Las lágrimas inundaron los ojos de muchos sevillistas; todas de alegría y muchas por recordar a los que ya no estaban para vivir esos momentos con ellos. Once años han pasado desde ese momento y jamás se borrará de los corazones de la afición nervionense. El primer amor siempre es especial.
Sevilla a sus pies
El blanco y el rojo inundaron la ciudad de Sevilla. Pocas horas después de que el Sevilla lograse la hazaña, la ciudad se detuvo. No existía otra cosa que no fuese el Sevilla FC. Una larga celebración, aunque corta para muchos. El Sevilla recorrió la ciudad montado en un autobús descapotable, ofreciendo a su afición la copa de la UEFA. En primer lugar llegaron a la Puerta de Jerez. Gran parte de la afición esperaba a los héroes sevillistas. Posteriormente la celebración se trasladó a la plaza del ayuntamiento. Una plaza enorme y repleta de banderas, bufandas y miles de sevillistas. Todo era una fiesta, pero tenía que terminar en el estadio sevillista. El Ramón Sánchez-Pizjuán estaba completo, no cabía nadie más y nadie quería perderse aquel momento histórico. Cánticos y vítores para los gladiadores nervionenses. Una celebración inolvidable… y sólo era el comienzo.