¿Conocéis ese sentimiento al tener una meta rozando la yema de los dedos? Es ese instante en el que estás tan cerca de hacer realidad tu propósito, que te preparas para respirar y sonreír aliviado. Pero de pronto todo lo que parecías tener controlado deja de estarlo y todo comienza a derrumbarse como un castillo de naipes. Pues fue justo lo que presenciamos en el Jesús Navas el pasado sábado.
El equipo se fue al descanso con una ventaja en el marcador de 2-0. Anotaron Karpova, que vuelve a liderar la tabla de goleadoras, y Raquel Pinel. La alegría era latente en la afición allí presente, pero en 45 minutos todo puede cambiar.
No podemos confiarnos y menos si recordamos el partido ante el Valencia de hace algunas jornadas donde el Sevilla acabó llevándose el partido, entraron al vestuario con el marcador en contra y cuando la árbitra pitó el final todo había cambiado.
En este caso el Rayo supo aguantar, ya lo dijo Carlos Santiso en rueda de prensa, saben que sus rivales no aguantan frescos 90 minutos y esperan su ocasión. Este pensamiento les está dando resultado y les ha llevado a empatar con el FC Barcelona.
Pero sinceramente no creo que el cansancio fuera la clave en este partido concreto. El equipo entregó el segundo tiempo, no de manera consciente, pero sí entró en el juego del Rayo y tras dos goles de las madrileñas en el descuento se pitó un penalti en contra de las locales. Los tres puntos se convertían en uno y tras la pena máxima, existía el riesgo de perderlo todo. Pero Cata salvó a las suyas y el Sevilla encadena tres encuentros sin perder,
Pero siento decir que creo que el primero que se equivocó con los cambios fue Cristian. El equipo funcionaba y en mi opinión se precipitó al sacar a Sabrina y creo que Karpova también podía haber estado algo más sobre el césped. Sin embargo, yo veo el partido desde fuera y es el míster el que conoce mejor a sus jugadoras por lo que no podemos suponer que el resultado hubiera sido diferente de haber estado ellas en el campo.
El punto, uno que nunca supo a tan poco, no se puede despreciar pero tras tener en la palma de la mano un premio mayor, cerramos el año 2019 de manera agridulce.