Nubes y claros

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Jul, Gan y el que transcribe salimos el sábado del estadio con sentimientos encontrados. Además de empapados, chorreando diría yo, por culpa de la Agencia Española de Meteorología, que acierta menos que Rappel en sus predicciones. Entre chop y chop, los que marcaban nuestros pasos sobre el asfalto, tuve la osadía de decir que, a pesar de haber quedado séptimos, me sentía contento.

Jul me miró incrédulo. Afirmaba que la temporada había sido un desastre, que haber quedado séptimos con la mayor inversión económica de la historia era un mojón.

-Y, encima, se quejó mi musculoso y rojizo compañero de piso, nos quedan unos meses aguantando al vecino, que el año pasado nos rehuía y este no para de saludarnos con la manita abierta. Aunque le sábado pasado, bien blanca que se le puso la carita.

Gan, en cambio, lo veía de otra forma. Reconocía que el resultado era decepcionante, pero valoraba haber vuelto a la esencia.

-Mira, Jul, la llegada de Caparrós al equipo ha sido fundamental. Sí, ha sido demasiado tarde, de acuerdo, pero ha hecho mucho más que clasificarnos para la Europa League, nos ha recordado cuál es nuestra esencia, aquello a lo que nunca deberíamos haber renunciado.

Yo intenté sintetizar la opinión de ambos, aprovechando que iba en medio de los dos, pero como no me hacen caso y solo quieren que me limite a escribir, cuando iba a empezar a hablar, Jul respondió. Así que no tuve más remedio que dar un paso atrás, como hicimos en la segunda parte del partido frente al Alavés y limitarme a escuchar.

-¿Y de qué nos va a servir, Gan? ¿Cómo vamos a poder soportar el gasto que supone tener una plantilla tan cara? Tendremos que vender a los mejores y quitarnos de encima a los que no valen. Si duro es lo primero, puede que hasta sea peor lo segundo. Además, no tenemos dirección deportiva y, por lo que se ve, tampoco consejo de administración, porque no es capaz de encontrar un recambio. No tenemos ni siquiera entrenador, ¡y el tiempo se nos echa encima!

Pero tenemos a Caparrós -sentenció Gan.

¿Y qué? -respondió Jul.

Hice un segundo intento por hablar, pero a Jul comenzaron a estallarle las costuras de la camiseta (una Joma cosecha de 2006, que ya llevaba unos buenos lavados con detergente de marca blanca, por supuesto no Bosque Verde, que ese es para los que han quedado nada más y nada menos que dos puntos por encima). Evidentemente, me tuve que callar.

-Pero, ¿no lo entiendes, Jul? Tenemos a Caparrós y no va a permitir que vuelva a ocurrir lo de esta temporada.

-Me parece que el que no lo entiendes eres tú. ¿Dónde estarán la próxima temporada N’Zonzi, Lenglet, incluso Ben Yedder o Sarabia? ¿No viste cómo cambió a peor el equipo sin N’Zonzi en la segunda parte?

-¡Nuestra identidad no se traspasa! Volveremos a renacer.

Grité ¡Síii! Pero mi voz quedó ahogada por el sonido de mis botines hundiéndose en un alcorque sin árbol pero con agua hasta la corcha. Así que en vez de sí, se oyó chof, y Gan pensó que había dicho no, que no estaba de acuerdo con él.  Tuve que sacarme el agua del botín dando patadas al suelo, como si hubiera sido un chut a puerta de Muriel, y entre patada y patada le aclaré a Gan mi postura, pero tampoco me hizo mucho caso.

-En estos años se nos han ido muchos jugadores, han venido otros y hemos seguido avanzando. ¿No se nos cayó el mundo cuando se fue Rakitic, Jul? ¿Qué pasó luego? Dos copas más.

-Pero estaba Monchi, y ahora no hay nadie.

Ambos quedaron en silencio. A mí me rozaban los calcetines mojados en el zapato. Me dolían los pies como a un penitente de la Hermandad del Cerro en el trayecto de vuelta. Aun así, quise decir algo, pero un trueno de esos que no salían en el parte de AEMET ahogó mi voz. Nada, lo mío debe de ser la escritura.

-Reaccionamos demasiado tarde, se lamentó Jul.

-Ahora sabemos quiénes somos, respondió Gan.

-Se avecinan borrascas.

-Después saldrá el sol.

-¿Y si Caparrós hubiera llegado antes?

-Lo mejor está por llegar.

Y yo pensé para mis adentros, porque para afuera está claro que no iba a poder decir nada, que lo único que deseaba era que las predicciones del Sevilla para la próxima temporada no las hiciera nadie de AEMET. ¡Aaaatchús!

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