A ver si es posible que vayan quedando las cosas claras. Monchi fue un portero muy normalito, por ser generoso, que tuvo el Sevilla Fútbol Club en los años 90, que se reconvirtió en secretario técnico años después de su retirada debido a la ‘tiesura’ del club para contratar a un profesional que sustituyera a otro grande, Rosendo Cabezas, quien había dejado su sello fichando a futbolistas de la talla de Polster, Zamorano, Simeone, o Suker. No era fácil la tarea, así que allá que empezó Monchi a poner en práctica lo mucho que había aprendido de fútbol estando sentado en el banquillo junto a un genio que responde al nombre de Carlos Salvador Bilardo, un auténtico fanático de este deporte.
Y a fe que Monchi demostró ser un digno pupilo de su maestro y un aventajado sustituto de su predecesor y, durante muchos años, su leal colaborador. Huelga repasar la gestión de Monchi en un Sevilla Fútbol Club al que llegó con 19 años, pues es de sobra conocida por cualquier persona del mundo que atienda al fútbol contemporáneo. Su carrera concluyó en 2017, cuando parte hacia Roma para emprender otra aventura que finalmente sería efímera y poco productiva, dejando en él, a buen seguro, un sabor agrío. El destino, por tanto, estaba de nuevo en Sevilla, en ese club cuya pasión lleva inserta en sus venas.
Y así fue como Monchi cogió el avión en Roma. Pero quien se bajó en el aeropuerto de San Pablo ya no era la misma persona. Quien entró por segunda vez en la planta noble del Sánchez-Pizjuán era don Ramón Rodríguez Verdejo. Tuvo tiempo durante unos meses para analizar el desaguisado que había liado el presidente del Sevilla Fútbol Club Pepe Castro durante su ausencia y, a partir de ahí, empezó a dar una lección de cómo construir un equipo de fútbol capaz de superarse en las dificultades hasta instalar en la conciencia del vestuario la posibilidad de ganar LaLiga. El director deportivo que respondía al nombre de Monchi ya consiguió lo máximo a lo que podía acceder: ganar la Copa de la UEFA o la Europa League en varias ocasiones. Ahora, don Ramón tiene entre ceja y ceja objetivos mayores.
Si ya en el curso pasado la intención de ganar el campeonato liguero se estableció en un Sevilla FC en el que había figuras inapropiadas, no es difícil imaginar que en el presente ejercicio esa idea se encuentre aún más presente entre los jugadores después de la última lección magistral impartida por don Ramón, quien en los quince días finales del mercado veraniego ha solventado las carencias de la plantilla con la contratación de jugadores en todas las líneas del equipo. Con ello, no sólo ha conseguido elevar el nivel del supuesto equipo suplente, sino que además ha dotado al colectivo de una competitividad interna ausente en ejercicios anteriores. En el Sevilla Fútbol Club de esta temporada 21/22, ningún futbolista puede considerarse dueño de un puesto en el once titular, excepto los centrales, Koundé y Diego Carlos.
Quizá sea esto lo que lleva a don Ramón a no hacer un balance plenamente satisfactorio de los fichajes veraniegos, lo cual se traslada a los aficionados como una imagen de incredulidad cuando se contempla que uno de los mejores centrales del mundo, que continúa en plena forma física y mental, como Jerome Boateng, firma con un equipo mediano como el Olympique de Lyon francés después de haberse especulado durante el verano con su llegada a Nervión.
Aunque para incredulidad, la que siente el aficionado del Sevilla FC viendo que un ídolo de tiempos recientes como Pablo Sarabia se ha esfumado en las últimas horas del mercado para pasar un año en el ostracismo portugués. Sin duda que no es para estar del todo satisfecho, pero cuidado con hacer de estos dos detalles una excusa para no afrontar la temporada con el propósito que merece.
JLo se ha hecho merecedor de toda la confianza del sevillismo merced a su trayectoria de dos años exitosos, pero ello no borra de la memoria del aficionado grandes manchas del curso pasado, como el partido ante el Chelsea, la eliminación copera ante el Barça o la sonrojante goleada recibida en Villarreal. Hoy no, míster; hoy ya no tienen cabida borrones como esos, porque la función de don Ramón no es sólo cumplir con su trabajo de contratación de futbolistas, sino también enviar mensajes a la plantilla y al entrenador sobre los objetivos y la exigencia de la entidad.
Desde la planta noble del Sánchez-Pizjuán se quiere instalar en la conciencia colectiva del vestuario del Sevilla Fútbol Club la idea de que no vale conformarse con hacer una campaña similar a la anterior; el listón ha subido de la misma forma que se ha elevado el nivel de la plantilla. Aquellos elementos que colisionaban con el objetivo de ganar LaLiga han desaparecido y han llegado sujetos que están a la altura de dicho propósito.
Este año, las rotaciones ya no van a mermar el nivel del once del Sevilla FC que salte al terreno de juego ya sea para enfrentarse al colista de la Liga o al campeón francés en la Champions, lo que supone además un nuevo reto para el entrenador. Nunca antes ha tenido JLo una plantilla como la que el señor Rodríguez Verdejo ha puesto a su disposición, por lo que está ante su gran oportunidad de convertir en historia lo que a día de hoy es sólo un sueño. Hace 14 años, con una plantilla mucho más desequilibrada que la actual, el Sevilla Fútbol Club llegó a la penúltima jornada liguera con opciones de campeonar. En esta campaña no es descabellado pensar en mejorar ese hito, sobre todo teniendo en cuenta que sólo un equipo, el Atlético de Madrid, ha experimentado una mejora superior a la de nuestra plantilla.
El primer paso para el Sevilla FC es el sábado. Derrotar al equipo al que se ha ido uno de nuestros descartes es hoy una obligación, por mucho que se llame FC Barcelona.