Meo culpa

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Mejor dicho, meamos culpa, querido Luuk. Porque un servidor, Jul y Gan queremos pedirte disculpas por haber desconfiado de ti. Incluso por haber hablado de la tableta de Diego Carlos y no de tus ojazos azules, que intimidan al defensa más aguerrido. Querido Luuk, acepta nuestras disculpas, nos sentimos avergonzados. No tanto como nuestro vecino, al que el pasado jueves le cayó a plomo un rayo, cuyo recuerdo le turba el rostro y le muda de su tradicional color verde envidia a rojo bochorno.

Luuk, en serio, cuando te critiqué lo hice por ti. Era por ayudar. Fue por estimular tu orgullo, por sacar lo mejor que tenías, algo de lo que en el sevillismo solo éramos conscientes Lopetegui y yo. Todas las noches en casa me he partido la cara por ti, solo yo te defendía, pero mis amigos me obligaban a criticarte en los artículos. Has de saber que allí tomamos las decisiones por mayoría. Y yo, qué iba a hacer, Luuk. No podía ir contra el deseo de la mayoría. Si yo hubiera sido magistrado del Tribunal Supremo, sí, o al menos diputado de Teruel Existe, pero yo no soy na. Na de na, miarma. Un mandao. Con cultura y sabiduría futbolística, pero un mandao. Aunque tengo la conciencia tranquila, porque yo siempre te defendí.

Porque, por no defenderte, ni el suegro de Jul te defendía. Por cierto, menos mal que el estadio no se llenó el sábado, porque en cuanto comenzó lo de la KissCam, todos salimos espantados de nuestro sitio y no regresamos hasta que el árbitro no pitó el inicio del partido. Ahora que se sienta sin su hija, da miedo pensar que nos vaya a enfocar la dichosa camarita. Incluso nos tuvimos que ir abajo durante el descanso,a  riesgo de perdernos la comida de válvula en Robles, con tal de no asumir el riesgo de que sus babas se mezclaran con el kétchup de nuestro bocata de panceta.

Pero no quiero que pienses, amado Luuk, que estoy escurriendo el bulto, que no soy capaz de asumir mis responsabilidades. No soy vicepresidente de gobierno, y no me lo explico, porque uno más no supondría un problema, porque donde comen diez pueden hacerlo once, y más en Moncloa. Pero el que no lo sea, no quita que no vaya a reconocer que lo escrito, escrito está y que la firma que aparece, y que te puede haber molestado, es la mía. Aunque quiero reiterarte, por si no lo has pillado ya, que si al final no me negué a criticarte, fue por tu bien.

Vamos, ha sido tan por tu bien que el sábado me sentí partícipe de tu éxito. Qué digo yo, partícipe, pieza básica. El salto que te impulsó para abrir el marcador iba impregnado de mis frases críticas (por tu bien), de mis comparaciones, apenas imágenes literarias pensadas por tu bien. Sentí que la furia de tu cabezazo llevaba implícita la rabia que, por tu bien, quise que sintieras. Ha sido todo psicología, estímulo bienintencionado, tal y como aconsejan la prestigiosísima escuela motivacional del profesor Porkulen, quizás el sabio que más ha hecho por el desarrollo de los estímulos primarios. Y ya que somos de primera, no hay mejor escuela psicológica para un club con las aspiraciones del nuestro.

Querido Luuk, quiero pedirte perdón, aunque en mi fuero interno sienta que debes darme las gracias. Sé que leerme, aunque lo hayas hecho con el traductor de Google al flamenco, ha sido clave para tu cambio radical. Me ha extrañado, y no creas que te lo estoy pidiendo para el próximo, que contra el Granada no llevaras bajo la indumentaria oficial una camiseta con mi nombre y tu agradecimiento hacia mis desvelos, aunque fuera en tu idioma tan lleno de consonantes. Imagino que, siendo inteligente como te percibo, pensarías que al ser un partido nocturno yo no lo vería tan bien desde mi asiento. No me importa, si ese es tu deseo, lo dejamos para el domingo próximo. O para uno de Europa League (contra el Mirandés, no), que tendrá más resonancia, soy paciente. Y si todavía te cabe, incluye, por favor te lo pido, en la dedicatoria a Jul y Gan. Ellos sienten vergüenza por no haber tenido la paciencia suficiente que yo sí que he tenido contigo, aunque me lo tuviera que callar en aras de la estabilidad democrática de la casa, que no queremos que se convierta en una pequeña España. Fíjate si están arrepentidos que tienen guardado el tique del supermercado de haber comprado cuscús y tabletas de chocolate que compraron para celebrar la victoria que soñábamos. No probamos ni bocado porque insistieron en cambiar la compra por todo el queso gouda que nos den a cambio. No saben qué hacer para pedirte perdón.

Luuk, Luisito, miarma, acabo. Eres el mejor. Yo lo sabía, pero no quería decírtelo hasta que te dieras cuenta por ti mismo. Te pido perdón, mea culpa, porque ha sido un duro aprendizaje con final feliz. Pero todo, todo, lo hice por ti. Porque te quería. Ea, ya lo he dicho.  

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