Hay gente que prefiere los Derbis, al Barca (porque todos tenemos la percepción que juegan mejor que nadie), incluso (y comprensiblemente) las finales. A mí en cambio, nada me gusta más que ganarle al Madrid. Pero no por un problema con su afición, o con el club en sí mismo, sino por su discurso. Ese discurso apoyado por la prensa, por los jugadores (si quieren jugar), por los políticos, por su presidente, por los millonarios que desprecian a la gente del Sur.
Trato de alejarme de las generalizaciones y de los pecados que todos los clubes del fútbol moderno pueden tener, pero es imposible. Ganarle al Real Madrid es ganarle a un mensaje que debemos combatir los que amamos este deporte. Ellos instalaron el poder del dinero, dan a entender que los mejores jugadores son los caros. Desprecian a su cantera (no, Morata no sirve de ejemplo, ni Carvajal, ni nadie que prueben en otros equipos que ellos consideren inferiores). No aceptan la derrota como posible, como parte de este deporte. Han instalado el espíritu resultadista y de la mano de la prensa alcahueta (o interesada) han metido en vena ese mensaje en nuestros niños y niñas (relegándolas al rol de fans de jugadores modelos). Exhibiendo Audis, haciendo culto a las marcas. Perdiendo humildad, despreciando a los rivales. Usando la palabra “mejores” como comodín, apropiándosela. No amando al fútbol como deporte sino como campo de Victorias, como negocio, como colección de trofeos.
Este duelo “David/ Goliath” podría tener aquella épica del la ciudad de provincia frente a la capital, del grande contra el pequeño. Pero no la tiene, ¿saben por qué?… Porque podemos ganarles y ellos lo saben. Porque nuestro Sevilla tiene personalidad propia, es otra propuesta y no tiene complejos.
Cuando veo a los dos equipos en el campo sé que puede pasar cualquier cosa, pero a diferencia de la historia bíblica veo a un David gigante, frente a un Goliath pequeño, prepotente y derrotable.