Mi amor hacia el fútbol es inversamente proporcional a la rabia hacia los medios que manipulan las noticias. La repetición de frases como “la lotería de los penales” en lugar de educar a los jóvenes los condiciona. Así, por creerse una tontería semejante, puede peligrar un partido, hacer tambalear una eliminatoria, o perder una final.
Un penal se puede fallar. Sobre todo, si no apuntas adentro del arco. También, un buen portero, con reflejos y calidad (y un poco de suerte por supuesto), te lo puede atajar Eso es el fútbol. Hay un porcentaje de azar. No lejano al que se da en un tiro de esquina o en una falta. Una pequeña curva del balón, un rebote, un palo que da efecto hacia adentro, el portero adivina el lado y se estira a tiempo. Pero aún así, la precisión hace que existan balones inatajables, en todos los casos, sean faltas lejanas, jugadas triangulares o saques de banda. En resumen, y es bueno que se sepa, en general, lejos de ser una lotería, lo normal en un penal es meterlo, pero claro, se tienen que dar ciertos detalles (no errarle al arco es uno de ellos).
Pero se dan una serie de curiosas circunstancias. El exceso de razonamiento juega en contra, eso, dicen por ahí, explica que los más grandes jugadores fallen penales. Evitaremos los recorridos históricos, pero hay miles de ejemplos. Martín Palermo (tremendo delantero) llegó a fallar tres en un mismo partido. Fernando Morena, un histórico de Peñarol tuvo una racha increíble de fallos. Brasil quedó afuera de una Copa América luego de que todos fallaran penales frente a Paraguay. Y también correspondería diferenciar los que son de una tanda a los que son individuales en un partido. Estadísticamente en una tanda se falla más (de los 223 penales rematados en los mundiales 66 fueron errados, esto equivale a un 29,6%, cifra que refleja los nervios que implica la responsabilidad).
El amigo O´Connor, un estudioso del tema dice: «El que va primero ganará la tanda un 60% de las veces».
El mismo aclara en cuanto a los lanzadores:
«Debe ser zurdo y tener una rutina bien establecida antes del remate (…) Incluso la naturaleza de la celebración del jugador que anota marca la diferencia, ya que una celebración más teatral tiene mayor éxito».
«Los delanteros tienen 83,1% de éxito frente al 73,6% de los defensas. Jugadores menores de 22 años tienen éxito en un 85% (¡Tucu querido!), mientras que los de mayor edad convierten cerca de un 78%».
Cuándo uno le pregunta a estudiosos del tema: ¿qué dice la ciencia sobre dónde rematar? «Toda la investigación está de acuerdo en esto», dijo O’Connor. «Patea lo más fuerte que puedas, en el medio pero alto hacia el techo del arco».
Lo hemos escuchado mil veces. “Fuerte y al lado natural”. No te pongas a inventar, no hagas pausas, no des tiempo a pensar, sobre todo no dudes. Si te lo atajan mala suerte pero es peor fallarle al arco, o darle flojito y al muñeco.
Algunos aficionados somos así. Nos acostumbramos a lo bueno, en lugar de estar festejando un nuevo Derbi, pienso todo el rato en la eliminatoria de la LIGA de CAMPEONES.
(Tucu querido, sos muy joven y te queremos. ¿Entendiste? (“Fuerte y arriba”) Nasri amigo, patéalo tú, que para eso te tenemos ¿no? Venga “fuerte y arriba”…
En fin, perdonen la pequeña bronca pero creo que nos lo merecemos. Merecemos ganar. Merecemos seguir ahí. Sin complejos, por puros méritos. Si nos bailan en la cancha porque son mejores, bueno, que vamos a hacer, habrá revancha… Pero si nosotros hacemos todo bien, asegurémoslo: “Fuerte y arriba”. Aprovechemos que no tenemos que trabajar en la mina y pateamos 10 penalsitos por día, si al final, la práctica lo es todo.
Para cambiar el gusto me gustaría recordar un detalle del tema “Penales”. Uno de mis favoritos, del que poca gente se percató. En la última “Champions” lo mejor de la tanda de penales no sucedió en el campo. Estaba el Madrid festejando en los vestuarios (como saben la prensa alcahueta los sigue hasta las duchas) cuando en una televisión repitieron la tanda de penales. Todos festejaban… todos no. Cuando muestran a Juanfran errando el suyo, Marcelo (que no es compañero de selección ni nada parecido) dice en voz alta “Pobrecito, tío”. Nadie lo comentó, nadie dijo nada. Ronaldo siguió acariciando sus balones de oro, los demás a lo suyo. Pero él se quedó mirando la pantalla, triste por su rival, sintiendo una increíble empatía por lo que podía sentir el jugador que durante el partido les había hecho un golazo y que ahora podría estar festejando una copa que quizás nunca más gane. Todo por un penal. Por no patearlo fuerte y arriba.
Esas cosas del fútbol me encantan. Por eso es un deporte tan querido.
PD: Un último apunte. El mejor cuento sobre penales está en el libro “El Derbi Final” (El paseo editorial), se llama “Nuestra primera gran noche” y se autor es Coke Andújar. Metió un golazo, literario y en la cancha, contra el Betis casualmente.