Después de casi dos meses, el Sevilla FC ha vuelto a ser capaz de generar noticias positivas en LaLiga. Los de Quique Sánchez Flores asaltaron Vallecas y demostraron que no todo está perdido en la lucha por la permanencia. El envite no supuso un camino de rosas en el que todo tipo de conclusión fuese positiva para los sevillistas. La endeblez defensiva los hace sufrir en demasía y, si los madrileños hubiesen estado más acertados, el desenlace hubiese sido muy distinto. Eso sí, los focos apuntan a una nueva sociedad que se está forjando en Nervión y que en Vallecas ofreció su primera función. Todo el mundo habla de la dupla Isaac-En-Nesyri. No es para menos. Quique ya tiene algo a lo que agarrarse.
El principio de una bonita amistad
De esta manera, junto a esa imagen de Youssef En-Nesyri e Isaac Romero que ya recorre las pantallas de todos los sevillistas, calificó el propio club lo que Quique Sánchez Flores puede tener entre manos. El técnico madrileño anhelaba poder juntar a dos nueves con gol y características asociables en su esquema. Este se la he tenido que jugar durante muchos partidos con un Ocampos que no ha dejado de jugar en una posición que no es la suya. Ahora tiene lo que tanto quería y el estreno no ha podido dejar mejores noticias en el Sevilla FC.
La realidad es que ambos protagonistas dieron una clase avanzada sobre como deben entenderse dos delanteros en el césped de Vallecas. Como si llevasen tiempo jugando juntos, cuando ni llegaron a coincidir. Isaac fue muy incisivo a la hora de apoyar en corto, con esa habilidad para jugar de primeras o descargar que tanto le caracteriza. Empezó siendo un factor diferencial para romper entre líneas al Rayo, siendo el primer gol el claro ejemplo. Este también puede dañar a campo abierto, como bien se vio en el segundo o en la ocasión que Dimitrievski le tapó a En-Nesyri.
Youssef, en cambio, no para de trazar desmarques para que el lebrijano, con esa zurda que lleva veneno, le surta de balón una y otra vez. Si el marroquí tiene que ir por alto para que el que corra sea el canterano, no hay problema. Ambos pueden hacer el trabajo sucio y ambos pueden beneficiarse del de al lado, cada uno a su manera y explotando sus virtudes. Eso ocurrió en Vallecas y las noticias no pudieron ser mejores en el Sevilla FC. El Sevilla FC empieza a ser equipo de primera división en una de las dos áreas.
Persisten la endeblez en la zaga del Sevilla FC
Como bien se indica en el primer párrafo, no todo fue de color de rosa en la visita hispalense a la capital. La realidad es que los de Quique Sánchez Flores, por momentos, volvieron a ser un auténtico coladero. No menos cierto es que jugaron dos centrales puros, que Marcos Acuña tuvo que retrasar su posición y que faltaron futbolistas importantes. En todo caso, el Sevilla FC debe dejar de dar tantas noticias de fragilidad defensiva si quiere seguir estando vivo. Quique debe pensar en qué ocurrirá el día en que sus delanteros se levanten con el pie derecho y a los del contrario les de por materializar un cuarto de lo que produjo el Rayo. Ahí vendrá el problema.
El ataque de los madrileños, en la primera mitad, se basó en las distintas sociedades por izquierda. Una vez se juntaban Álvaro, Chavarría y el Pacha, los hispalenses quedaban desbordados. Jesús Navas no daba abasto, Badé era constantemente superado y Sow no podía abarcar tanto. Desde dicho flanco insistieron los de Francisco y, precisamente, dieron con el premio por medio de Isi Palazón.
Quique Sánchez Flores detectó esto y la segunda parte mostró un sistema defensivo sevillista más parecido al 4-4-2. El técnico movió a Acuña a un puesto mucho más familiar, quitándolo de la defensa del área y adelantando a Ocampos. Desplazó a Sow para pegarlo más a banda (luego entró Oliver para desfondarse a la vez que explotar un costado con el que está más familiarizado) y así cortar la sangría. El Rayo puso el foco en el otro flanco, con Isi haciendo de falso extremo y Balliu rebasando línea de fondo una y otra vez. Ocampos, quien sufrió hasta que lo colocaron arriba, y el canterano Hormigo sufrieron hasta tal punto que Agoumé y Soumaré tuvieron que ir más allá de su sitio. Todo tuvo un final feliz para los nervionenses, pero Francisco siempre encontró la manera de hacerles daño y eso demuestra que Quique tiene mucho trabajo por delante.