Otra vez, el parón. Otra vez, el fútbol patriótico de Estado. Los automatismos de Diego Alonso, le hacen falta. Hoy que no hay Sevilla Fútbol Club, usaré esta columna para explicar científicamente las ventajas de un vicio personal ya confesado: no ver nunca fútbol por TV. La presencia en el estadio no tiene nada que ver con las pantallas. Esta sensación no es una mera intuición subjetiva, sino un efecto material medible en variables biofísicas con consecuencias cognitivas y conductuales. En un artículo publicado en Imaging Neuroscience, se verifican estas mediciones que dan solidez empírica a las intuiciones personales. Gracias a la ciencia, se confirma que estas cosas no son locuras de un sevillista hipocondríaco asintomático como yo. Desgraciadamente, son realidades sociales con base en nuestro aparato neurocognitivo.
Se trata de un reciente estudio psicológico que confirma algo que ya se sabía, pero con menor confiabilidad: las reacciones y estímulos cerebrales y orgánicos son de menor intensidad y de peor calidad cuando contemplamos imágenes ante pantallas o frente a imágenes reales cara a cara. Los autores del estudio midieron los movimientos oculares, el tamaño de las pupilas, la actividad eléctrica en el cerebro y el flujo sanguíneo cerebral entre un total de 28 participantes. En la mitad de las pruebas, las parejas se enfrentaron en persona a través de un panel de vidrio transparente; en la otra mitad lo hicieron a través de un monitor de vídeo en directo. En casi todos los tipos de datos recopilados, los autores del estudio encontraron diferencias significativas entre la actividad cerebral y ocular de los participantes al comparar las pruebas virtuales y de la vida real. El diámetro de la pupila, un indicador de la excitación social y el compromiso emocional, fue mayor entre los participantes durante la tarea de mirar fijamente en la vida real que cuando sus ojos estaban dirigidos a un monitor digital.
Este estudio solo mide las reacciones provocadas por la visión y no por el sonido, térmicas u olfativas que están presentes en el ambiente material del fútbol en directo y no están de igual manera y grado en el ambiente virtual del reino de las pantallas. Los hallazgos son una prueba más de lo que otras investigaciones recientes han comenzado a demostrar: que las interacciones virtuales pueden ser menos efectivas socialmente que las que se llevan a cabo en persona. Otro estudio encontró que las personas que hablan mediante pantallas pierden habilidades conversacionales con respecto a los que dialogan en la vida real cara a cara.
Seguiré viendo solo a mi Sevilla Fútbol Club. Seguiré viendo en vivo el fútbol en ese ambiente, ya sea con olor a azufre o con olor a azahar, pero siempre envuelto en el incienso sagrado del Sánchez-Pizjuán. El filósofo alemán Jürgen Habermas decía que "el mundo de la vida vivida es diferente del mundo de las imágenes del mundo". El mundo del fútbol es diferente al mundo de las imágenes del fútbol. Vivir nuestra pasión sevillista solo por la televisión es como no vivir la pasión, sino verla. Algo así como la pornografía con respecto al sexo real, triste y onanista simulacro. Animo a todos los padres, madres, tipos, abuelos y abuelas sevillistas a que lleven a sus hijas, hijos, nietas… al Sánchez-Pizjuán, nunca lo olvidarán, aunque a veces lo pasemos muy mal, porque no es lo mismo que las pantallitas. ¡Por Dios!