Tu periódico digital sobre el Sevilla Fútbol Club. Compartimos Afición

Las aventuras de Juan Macana, mucho más que un palangana | Último episodio

El fútbol no se termina. A veces tengo la pesadilla de que todo lo que pasó este año no haya cambiado nada. Tuvimos unos pocos partidos de nosotros mismos. Hace demasiado tiempo que un encuentro no tenía esa emoción. Nos jugábamos todo, porque en el fútbol no todo es puestos y campeonatos, también nos jugamos la identidad.

Esta temporada estuve encerrado en un manicomio, me he escapado, me han perseguido, me hice pasar por otros, estuve viviendo en el Sánchez Pizjuán y, sin dejar de creer, intenté convencerlos de ser un equipo diferente, como alguna vez hemos sido, como el dinero y nuestros directivos y los que quieren comprarnos, no quieren que seamos. Ellos quieren consumidores, nosotros somos una hinchada. No somos una afición, somos un equipo.

Les fui demostrando la mentira, somos una de las ligas menos competitivas, siempre ganan los mismos. Tenemos los medios de comunicación más tendenciosos del mundo, siempre elogian a los mismos. En mi pesadilla seguimos siendo los graciosos del sur, los que durante los derbis y en vez de fútbol damos guasa. Los que jamás aspiran a ser campeones de las copas que les duelen, de la liga, de la Champions. En mi pesadilla seguimos siendo su filial para fichar estrellas. En mi pesadilla, nadie recuerda que la última y única liga que ganamos fue en 1945-46 y que nuestro único pichichi fue Juan Arza en 1955. Pasó demasiado tiempo. En medio nos instalamos en el festejo por otras copas, que por cierto alegran. Pero nuestra liga, la menos competitiva del mundo porque ganan siempre los mismos, está pidiendo a gritos que un equipo, o mejor aún, que varios equipos, se miren a la cara y digan “basta ya”. No es tan difícil. Esa es otra mentira que dicen de Madrid. Si lográramos tener la ambición y no dejamos puntos absurdos frente a equipos iguales o peores, si saliéramos de la corrección de los objetivos europeos y dijésemos “este año vamos a por todo”, a mi me daría igual ganar o perder. Quiero directivos, entrenadores, aficionados y jugadores que dejen de repetir tópicos, que lloren y festejen, que no tengan miedo a perder. Quiero que sea verdad que “nunca se rinde”. Y si al primer año no sale, pues al siguiente habrá revancha. Nos dirán locos, se reirán de nosotros, pero porque nos tendrán miedo, ya no seremos los graciosos, o si lo seremos, pero en casa, de cara a ellos, somos sus rivales.

Entré al Sánchez Pizjuán una vez más, hoy, lunes 21 de mayo… recordé con dolor cuando el Zaragoza nos metió 8 goles, en el año 87 creo que fue… 8 también nos metió el Valencia en el 44. Al año siguiente ganamos la liga. Espero cumplir mi sueño de palangana. De mucho más que un palangana. Tengo en mi bolsillo un montón de pastillas que le robé al Dr. Mi plan es tomarlas todas y quedarme allí, en el círculo central. Mirando el cielo. Recordando el rugido de los que nunca se van, vayamos ganando o perdiendo. Miré el puñado de fármacos. Eran pastillas rojas y amarillas. Sabía que si hacía algo así, los medios sensacionalistas iban a prestar atención a mis diarios, a mis locuras, a mis delirios, pero quizás también pusiera estas reflexiones sobre la mesa. Imaginé la noticia “un aficionado aparece muerto en medio del campo, en su poder un cuaderno de notas pidiendo como última voluntad que su equipo gane una liga”.

Rojas y amarillas. Mire a la tribuna. Recordé las banderas de la selección española. Los amistosos, casi todos ganados. La semifinal en el Mundial de 1982 entre Alemania Federal y Francia.

Hostia. El Mundial. En nada empieza el Mundial. Somos tan egocéntricos que casi me hacen olvidarlo. Tenemos una gran selección y la oportunidad histórica de demostrar que lo de Sudáfrica no fue una casualidad. Campeones del Mundo. Este planeta infectado de guerras, conflictos e injusticias por fin se pone de acuerdo y todo se resuelve en un once contra once, sin fichajes mentirosos, con todo el mundo mirando y dificultando las trampas. Todos bajo sus banderas, sin lugar donde esconderse, sin puestos de Champions, donde se gana o se pierde, donde sólo vale jugar al fútbol, nadie es local, ni los locales. El mundial. Esa maravilla que no me voy a perder. Tiré las pastillas por el campo y salí caminando sintiendo como se clavaban en el césped. Esa alfombra mágica que nos hace volar. Imaginé un balón que venía centrado por un jugador con una zurda de oro, salté para cabecearlo, le di con fuerza y lo seguí con la mirada mientras se clavaba en el rincón de las arañas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

¿Te gusta La Colina de Nervión? Apóyanos

A partir de solo 1€ puedes apoyar al único periódico que te informa solo y exclusivamente sobre el Sevilla FC. Tu apoyo contribuye a proteger nuestra independencia y nos permitirá poder seguir ofreciendo un periodismo de calidad y abierto para todos los lectores. Cada aportación, sea grande o pequeña, es muy valiosa para nuestro futuro e irá destinada directamente a los componentes de la redacción de La Colina de Nervión.

¡Lo último!

Mal Coliseum, buen Coliseum

El conjunto de Quique Sánchez Flores tiene de nuevo una cita importante a domicilio el próximo fin de semana,...

Antes de irte... mira esto:

Ads Blocker Image Powered by Code Help Pro

Bloqueador de anuncios detectado

Nuestro periódico vive principalmente de la publicidad y cada día podemos informarte gracias a los anuncios que se muestran. Sin embargo, parece que estás usando un bloqueador de anuncios. Por favor, permite que te mostremos anuncios o suscríbete a nuestro modo \"Sin publicidad\" por solo 0\'50€.