Este Sevilla es un equipo histórico. Hace un siglo que no le metían 5 a un finalista de la copa del rey. Sabía que esto venía mal desde el día anterior. Vino del Doctor Sevilla y me dijo: “El Dueño te espera en Madrid. Quiere te pongas esto para que te dejen salir del manicomio”. Me colocó una camiseta que decía “Libertad” y pude irme caminando por la puerta de adelante. No me escapé ni nada, me dejaron salir. Cuando vi que en las noticias nos ponían como el equipo simpático del sur, monárquico y españolista, pensé en sus palabras “Al menos tendrán la copa del rey…”. Quizás quería que fuera testigo de eso. Sin embargo cuando llegué al estadio no me dejaron pasar, me arrancaron la camiseta amarilla con mi palabra clave. Me tuvieron retenido porque me puse un poco violento, indignado, furioso. Y escuchaba una y otra vez gol, gol, gol… hasta cinco veces y dije. “Este Sevilla es histórico”. Me encerraron en una celda y vino “El Dueño” con una sonrisa de oreja a oreja. “¿Quién ganó?”, pregunté. “Nosotros, como siempre”, sonrió. Le conté que me habían requisado la camiseta que me daba el pase y afirmó: “Nadie le va a dar importancia, es una camiseta”.
– Creí entenderle que esta copa era nuestra, que los catalanes no la querían.
– Los catalanes no. Pero el argentino, el brasilero, el uruguayo, el manchego, el croata… ah, querido amigo, los equipos no tiene patria, o si la tienen: El País del Dinero. ¿De verdad creía que podía ganarle a un equipo que un sólo jugador equivale al precio de toda su plantilla?
– A veces pasa, por eso el fútbol es mágico.
– Pero estadísticamente no pasa. Mire la historia. He leído sus aventuras y vi que controla los números. En general no pasa. Esta gente ganó esta copa 30 veces, ¿por qué se cree que es? ¿Por qué comen “calzots”? Es por el dinero, compran a los mejores para ganar. ¿Nunca jugó a pares o nones para elegir compañeros al “fulbito”? Esa es la parte clave del partido…si, si… luego hay que jugar pero si usted lo hace con los mejores, lo normal es ganar. Es pura estadística. Y la excepción permite mantener la ilusión. Mire, vaya tranquilo. Aproveche su libertad, aunque ahora no tenga camiseta… ¿Piensa cambiar de equipo?
– ¡Usted está loco! Gane o pierda siempre seré sevillista.
– Entonces no se preocupe. Ahora lograremos que millones de chinos se enganchen con el fútbol. Ustedes serán tan minoritarios que darán risa.
– Yo seré sevillista y convenceré a otros a que lo sean.
– Es bastante iluso. ¡Sabe que algunos de los suyos están furiosos? Querían ganar, quieren esta en ligas europeas. Es normal. Pero, bueno, aprovechen el mercado del verano, hagan fichajes.
– No debería ser normal. Lo normal es seguir a tu equipo, gane o pierda- lo dije y enseguida pensé en los jugadores de “nuestro equipo”…Miré en una pantalla el rostro de David Soria. Llora por nuestra culpa, nosotros lo pusimos en esa situación. No cuidamos a la cantera, los rodeamos de desconocidos cada pocos meses.
-¿Quiénes fueron los mejores?- pregunté sabiendo la respuesta.
-Iniesta y Navas. Esa generación fue un milagro.
-No creo en los milagros- gruñí.
Entonces me fui de ese estadio frío e impersonal, sin historia. He vuelto a Sevilla. En el autobús un padre venía con sus dos hijos de diez y doce años. Los chicos lloraban y a mí eso me hizo muy feliz. Esta generación sólo conocía la alegría, jugar finales, levantar copas. Eso es sólo una parte. El fútbol también es esto. La derrota, la impotencia, la resignación. Seguir alentando. Querer cada día más a tu escudo. Nunca nos rendimos, ni aún rendidos. Nos faltaba este recuerdo, lo que se siente al perder. Mi plan es perfecto. Sólo quedaremos en pie los que somos de verdad palanganas. Y todavía quedaba lo mejor.