Desde que el fútbol femenino se ha convertido en la cuenta pendiente de muchos, hemos notado que va creciendo. Los patrocinadores se interesan por inyectar dinero, Mediapro se posiciona para desenredar las negociaciones del convenio, se llenan estadios, etc. Pero aún hay cosas que lastran la ansiada profesionalización.
¿Qué pasa cuando las decisiones arbitrales pesan más que el juego de los equipos? Soy de la opinión de que para juzgar el trabajo de los demás tienes que estar seguro, y hacerlo con la máxima empatía posible, pero ha llegado el momento de pensar en el nivel de arbitraje que hay en la Primera Iberdrola.
No es un partido aislado, como por ejemplo el del Sporting Huelva contra el Deportivo. Son ya varias las acciones, o las no acciones, de los conjuntos arbitrales las que parecen ser más significativas que el propio juego de los equipos.
Podría poner muchos ejemplos, como la mano de Andrea Pereira no pitada en su enfrentamiento con el Sevilla hace algunas jornadas. Aunque no soy yo la que debe tomar cartas en el asunto, por lo que pido a las instituciones competentes que estudien la situación y trabajen en ella. Porque errores, todos los humanos cometemos y además son innato en nuestra naturaleza. Están ocasionando que se comience a escuchar críticas, no solo de las jugadoras y técnicos sino también de los aficionados que ven cómo sus equipos son severamente castigados por un mal arbitraje.
El arbitraje es una pieza fundamental en el fútbol. Son las árbitras las que deben velar por el cumplimiento de las normas, no interrumpir una jugada favorable a un equipo para regañar a dos jugadoras que no están interviniendo en esta.
El crecimiento es cosa de todas y de todos dentro del terreno de juego y fuera de él. Nadie duda de la profesionalidad con la que las colegiadas encaran sus compromisos cada jornada, pero no dejan de sorprender algunas de sus decisiones.