La mar de solidarios

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Menos mal que esta semana no tenemos que ir al supermercado. Intentaremos aprovechar todo lo que tenemos en la despensa. El sábado por la noche vimos a unos operarios cambiando en los escaparates las promociones que se van a ofertar esta semana: cava, butifarra y mucho pan tumaca envueltos en lazos amarillos, y mucho papel higiénico para el culé. Aun así, respiramos tranquilos, porque si en lugar de celebrar a la región nordeste hubieran homenajeado a Castilla y León, tardaríamos al menos dos años en regresar, y tampoco tenemos tantas reservas en la alacena.

Esta semana tocan acciones más importantes, esfuerzos solidarios con el prójimo. Una vez más, nuestro equipo del alma, el de nuestras entretelas, nos ha mostrado el camino a seguir. Sí, hay que ser generosos con los demás, y al igual que los nuestros regalaron el partido del sábado al equipo catalán, hemos decidido cuidar de nuestro nuevo vecino. El pobre sufrió un brote psicótico lopetéguico a eso de las tres de la tarde.

Hay que llevarlo al psiquiatra. Al parecer ya se encontraba mal horas antes. De hecho, nuestro vecino de toda la vida ya se olió algo.

-Mi primo no ha probado las pipas en todo el partido -afirmó – . Con lo que admira a Dani Ceballos. Eso me hizo sospechar que algo le estaba pasando.

-¿Y cómo no hiciste algo, no te lo oliste? -reprochó Jul – . Que tú ya tienes experiencia cuando el levante os sopló de cara.

– ¡Qué se yo!-se defendió el dueño de Hulio, el perro que destiñe-. Cómo iba yo a pensar siquiera que les fuera a pasar lo mismo, si tienen al mejor portero del mundo, al mejor defensa del mundo, al mejor centrocampista del mundo, al mejor delantero del mundo, al mejor presidente del mundo, y jugaban en el mejor estadio del mundo con la mejor afición del mundo.

Nuestro vecino tenía razón. La objetiva encuesta que ha publicado la prestigiosa consultora Merengue’s Brokers ofrecía unos resultados que no dejaban lugar a la duda. El universo consultado abarcaba todos y cada uno de los edificios de la Castellana.

El caso es que el hombre estaba fatal. Los ojos, fuera de las órbitas; las piernas, temblonas, como las de Marcelo cuando tiene delante a Jesús Navas; y no cesaba de repetir que cómo era posible lo que estaba pasando, si todo estaba atado y bien atado desde los tiempos de Di Stéfano.

Tenemos que reconocer que al principio no le dimos mucha importancia, que fuimos egoístas. Sí, sí, egoístas. La realidad era que estábamos más preocupados por el partido de nuestro equipo, elucubrando acerca de la posibilidad de volver esta semana al supermercado aunque no nos hiciera falta nada. Porque, que sepamos, todavía no cobran por entrar sin que te lleves nada. Pero no demos ideas.

Sin embargo, algo cambió en nosotros. Quizás fuera la generosidad de Carriço con Coutinho, o cómo se desvivieron Banega y Navas por hacer felices a Suárez y a Messi, lo que nos hizo meditar. La guinda, desde luego, la puso unos minutos después el astro argentino blaugrana, que hizo gala de la admiración que sin duda siente por nuestros colores, con el irrepetible gesto de celebrar su gol número 25 en nuestra portería imitando al instante la lesión de Escudero y Amadou. Impagable gesto, eso es respetar al contrario, celebrarlo como si fuera uno de los nuestros. Casi como Rakitic, vaya.

Lo que ya terminó de enternecernos fue que nuestro vecino tuvo hasta cuatro oportunidades de gritar como lo hacía antes de su accidente, y no lo hizo de preocupado que estaba. Así que al finalizar el encuentro en el Nou Camp, henchidos por el espíritu de oenegé que dio el equipo, de entrega sin límites al contrario, nos acercamos a interesarnos por ellos. Estaban de conversación cuando llegamos.

-Le estaba diciendo- en ese momento se dirigía a nosotros -que se volviera al pueblo, que el Máster podía esperar. O que se afiliara al partido, así no tendría que ir a clases ni examinarse, que los aires de la ciudad le estaban sentando fatal.

-Pero que conste que no te quiero echar, ¿eh?- ahora se dirigía a él. -Que yo estoy muy a gusto contigo, que antes me sentía solo y aburrido, harto de pasear a Hulio sin compañía, de escuchar los mismos chistes del de siempre… Contigo me he podido meter con alguien, y eso no es fácil siendo de mi equipo.

-Tranquilo, tranquilo, no hay que precipitarse- señaló Gan. -He visto por Internet que eso de la lopeteguitis se puede curar, que cuesta una pasta pero que de eso se hará cargo Florentino.

Fue nombrar a Florentino y producirse un rebrote de crisis convulsiva. Todos miramos a Gan con el deseo de hacerle una entrada de tarjeta, un Pau como mínimo. Qué manera tan gratuita de formar un lío. Ni que fuera Javi García.

Así que esta semana iremos al médico con el primo del pueblo. Parece que sí, que los aires de la ciudad no le están sentando bien. Pobre hombre.

-Con la UHF vivíamos mejor- se quejaba entre alucinaciones.

Y con Franco también. A ver si ahora cuando lo saquen os cambia la suerte. Total, el Cid Campeador ganó muchas Champions después de muerto. Este país es así.

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