Ni en Europa. El Sevilla, tras su empate cosechado en la tarde de ayer ante el Slavia Praga, demostró estar en la típica fase en la que a un equipo le ocurre todo lo malo que le puede pasar. A pesar de todo, los rojiblancos gozaron de una infinidad de ocasiones, incluido un gol mal anulado, para alzarse con la victoria.
Los de Nervión vieron cómo su rival igualó la contienda en dos ocasiones. Cierto es que los tantos del Slavia de Praga, sobre todo el segundo, son de esos goles que rara vez se encajan. Dos churros. Pero asociar los goles encajados ayer únicamente al infortunio, sería autoengañarse. Ambos goles llegan por una horrible marca defensiva o mejor dicha, una ausencia de la misma. Si tu defensa deja rematar con total libertad y pasividad a tu rival, te expones a encajar, de una forma u otra, un gol en contra.
Machín apostó por un cambio de sistema, un 4-2-3-1 en el que Jesús Navas, Sarabia y Munir actuaron en la media punta. El tempranero gol de Ben Yedder parecía ser el escenario idóneo para afianzar una nueva variante en el juego hispalense, sin embargo, las deficiencias del equipo volvieron a escena demostrando así que el problema de este Sevilla no es una cuestión de sistemas y que quizás tenga más que ver con un estilo al que las características de la plantilla no pueden acompañar.
Munir, el mejor
Sin duda, lo más destacado del Sevilla. La movilidad de Munir oxigenó un ataque que parece haber decaído junto al derrumbe grupal. Munir se estrenó. El primer gol del delantero con la camiseta sevillista llegó tras una gran jugada ensayada en la que, gracias a los bloqueos en el área, remató de volea un córner botado por Banega tras llegar con mucha fuerza desde muy atrás. Más allá del gol, Munir, mejor arriba en la segunda mitad, lo hizo casi todo bien. Arrastró a los centrales, vistió de gol a sus compañeros y mostró un gran juego de espaldas. Lo único que le faltó al hispano-marroquí fue un poco más de acierto de cara a portería.
Machín, señalado
El problema del Sevilla no son las malas actuaciones individuales de los suyos, que también, está en lo que se propone desde el banquillo. Más que destacar el mal encuentro de algún jugador sevillista, habría que arrojar las miradas hacia Pablo Machín. El técnico soriano está bloqueado. Y lo peor de todo es que, de momento, no hay ningún atisbo de esperanza que empuje a un cambio esperanzador. Se le está agotando el tiempo al entrenador sevillista, un cargo que corre cierto peligro si no consigue reencontrarse con la victoria el próximo domingo.