La expulsión de Vázquez determinó el partido

 

Nada hacía presagiar el fatal desenlace que tendría el partido al final de los noventa minutos, sobre todo, después del gran inicio que había realizado el Sevilla, que llegó a tener maniatado a todo un rival como la Juventus. Palabras mayores. Solamente era necesario un punto para certificar el pase a los octavos de final de la Champions League y el cuadro sevillista estaba siendo superior al conjunto italiano, tanto que pronto consiguió adelantarse en el marcador, a los nueve minutos, con un gran gol de Pareja. Todo estaba saliendo a pedir de boca. Hasta que llegó el fatídico minuto 36 y la expulsión de Franco Vázquez.

La expulsión de Franco Vázquez cambia el rumbo del partido

Cuando el partido superaba la media hora de juego y, cuando la escuadra Bianconera comenzaba a estirarse, el árbitro inglés Mark Clattenburg interpretó que la falta de Franco Vázquez a Khedira, en el centro del campo, era merecedora de la tarjeta amarilla. Era la segunda, después de haber mostrado la primera en un lance pocos minutos antes, y el Sevilla se quedaba en inferioridad numérica. A partir de ahí, el choque cambió por completo. El equipo perdió efectividad en ataque y en el manejo del balón y fue entonces cuando los de Allegri empezaron a buscar el empate con mayor determinación.

El penalti al filo del descanso supone un duro golpe al Sevilla

A pesar de la inferioridad numérica en el terreno de juego, el Sevilla conseguía apaciguar las embestidas de la Juventus. La expulsión del “Mudo” Vázquez y otras interrupciones que hubo en el encuentro motivaron la primera parte se alargara dos minutos más. Ese tiempo de prolongación fue suficiente para tirar por la borda todo el trabajo y el esfuerzo que habían ejercido los hombres de Sampaoli. Nuevamente, el colegiado inglés se convirtió en el protagonista de la noche al señalar un penalti de Mercado a Bonucci que sólo Clattenburg vio. Marchisio se encargó de batir a Sergio Rico que, para más inri, llegó a tocar la pelota, pero fue insuficiente para atajarla. Era el minuto 46 y el Sevilla se iba al descanso con un jugador menos y un empate, después de haber sido muy superior a la Juventus. Un duro golpe para el equipo nervionense.

En la segunda parte, vuelta al plan de Turín

Tras el descanso, el técnico Jorge Sampaoli se vio obligado a cambiar de estrategia. Decidió volver al plan que le había funcionado en Turín. Sacó del campo a Vietto para meter a Sarabia y desplazar a Vitolo al centro, como jugador más adelantado. La idea era clara, intentar neutralizar a la Juventus con una doble línea Maginot, una en defensa, formada por Mercado, Rami, Pareja y Escudero, y otra en el centro del campo, compuesta por Mariano, Iborra, N’Zonzi y Sarabia. Y plan tuvo resultado. La escuadra italiana tuvo el protagonismo del balón, pero se limitaba a conjugar pases de una banda a otra, sin profundidad, con un ritmo muy lento que no inquietó apenas a Sergio Rico. Tampoco el Sevilla buscó con demasiado ahínco el área rival.

Gol de Bonucci, demasiado castigo para el Sevilla

El entrenador sevillista movió ficha nuevamente cuando faltaba algo menos de un cuarto de hora para el final. Mariano acusó el enorme esfuerzo ralizado y tuvo que ser sustituido por unos calambres. Su lugar lo ocupó Kranevitter, un jugador más para contener a los italianos. Los minutos siguieron pasando, aunque parecía que el cronómetro fuese a una velocidad demasiado parsimoniosa para el Sevilla. Pero cuando el partido se acercaba a su desenlace, cuando parecía que ambos equipos habían firmado el armisticio y cuando el sevillismo ya comenzaba a verse en octavos, llegó el gol de Bunucci en el minuto 85 de juego que heló los corazones de las cuarenta mil almas presentes en el Ramón Sánchez Pizjuán. Ya en el descuento, llegó el tanto de Mandžukić cuando el Sevilla intentaba empatar, con más corazón y garra que cabeza. Demasiado premio para una Juventus que poco hizo anoche para llevarse los tres puntos.

Vitolo contra el mundo

Fue en la segunda parte, asumiendo el rol de delantero, cuando Vitolo se erigió como auténtico guerrero y, él sólo, fue capaz de poner en apuros en algunas ocasiones a toda la defensa de la Juventus. El canario realizó un derroche físico dantesco y volvió a demostrar que es el jugador del Sevilla en mejor estado de forma. Ya en el primer tiempo fue una pesadilla para Alves, con el apoyo de Escudero, que sorprendía por el carril central y, entre los dos, crearon el mayor peligro sevillista, aunque el gol llegara desde el costado derecho. En los últimos minutos, ya con el 1-2 en el marcador de Nervión, Iborra ocupó la posición de delantero para aprovechar su altura en los posibles centros que pudieran llegar al área de Buffon y Vitolo fue desplazado a la banda derecha. Un partido colosal del jugador sevillista que no tuvo una recompensa justa

 

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