La culpa fue de Lopetegui

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Vaya comienzo de semanita hemos tenido, ¿eh?… Primero, nos despertábamos con la noticia de que el volcán de La Palma, ese gracias al cual hemos descubierto que, además de inmunólogos, estadistas, politólogos y culturetas, nuestros tertulianos son también vulcanólogos; ese gracias al cual hemos aprendido palabras y expresiones nuevas que jamás volveremos a usar como “colada”, “fajana” o “la actividad eruptiva sigue siendo estromboliana”; ese volcán, digo, había hecho saltar todas las alarmas al romperse su cono por la parte superior y provocar que la lava saliera más en tromba que los aficionados del Sevilla Fútbol Club del Sánchez-Pizjuán un día de lluvia.

Más tarde nos enterábamos de los resultados de las investigaciones de la operación llamada “Pandora Papers”, esa por la cual personajes de variada alcurnia habían venido estafando a Hacienda a través de sociedades opacas que operaban en diferentes paraísos fiscales.

La lista de famosos parecía el sumario de cualquier ejemplar de la revista “¡Hola!”: Corinna y el Rey emérito (tanto monta…), Julio Iglesias (“La vida sigue igual”), Miguel Bosé (“Y el corazón que a Panamá va, nunca volverá…”), Vargas Llosa (el marido de Isabel Preysler, para que ustedes me entiendan), etc… El mundo del fútbol tampoco se libraba de copar los puestos de cabeza en esta exquisita clasificación de la SuperLiga del trinque, del fraude y de la estafa. Así, ahí estaban Pep Guardiola, Carlo Ancelotti, Ángel Di María y JLo… ¡¿JLo?! ¡¿Nuestro JLo?!…

No, tranquilos, he leído la letra pequeña y de esto no tiene la culpa. Se trata de Jho Low, un empresario malayo fugado de la justicia por un desfalco de nada: cuatro mil millones de euros, más o menos lo que va a generar Mbappé cuando llegue al Real Madrid según la cuenta de la vieja de Florentino Pérez (y que conste que no le estoy llamando vieja, que es una expresión popular)

Donde parece que nuestro JLo sí que estaba implicado es en lo que sucedió a media tarde de este fatídico lunes: de repente, y sin venir a cuento, tanto usted como yo dejamos de recibir mensajes de los treinta y cinco grupos de whatsapp sobre el Sevilla Fútbol Club en los que estamos metidos, nadie pinchaba la opción “Me gusta” en la última foto que habíamos colgado en Instagram, esa en la que salíamos cerveza en mano y el obligatorio hashtag #aquísufriendo, y nadie comentaba nuestro último y original post en Facebook.

Al poco de producirse la gran caída mundial, ya había más de un jartible mandando mensajes por SMS, utilizando las opciones de chat de Wallapop y Tinder o, incluso, qué antigüedad, llamando directamente por teléfono, para difundir la sospecha de que la culpa de todo ese desbarajuste la tenía Julen Lopetegui.

Cada vez más crecía el rumor de que JLo habría contratado a un grupo de expertos hackers para hacer caer todas las redes sociales y así poner fin al chaparrón de críticas que le venían cayendo a cascoporro desde la noche anterior a cuenta del planteamiento táctico del enfrentamiento contra el Granada CF.

Se dispararon las acusaciones de que era inútil colocar a Suso por la izquierda, de que Rakitic se cansaba hasta cuando se agachaba para colocarse las botas, que la conexión entre ambos era la misma que la existente entre Epi y Blas, etc… Incluso hubo alguno que, seguramente influido por la emisión a esas horas del concurso Masterchef, llegó a comparar el ya conocido peligro del Granada en ataque con el de la granadina, capaz de arruinar cócteles como el Tequila Sunrise o el San Francisco (aunque este, al no llevar alcohol, dudo mucho que alguien lo haya probado)

Cada hora que pasaba, más dedos acusatorios apuntaban a la figura del entrenador del Sevilla Fútbol Club.

Tan mal se le puso la cosa a JLo, que tuvo que salir Monchi, en Twitter, claro, porque en el resto de redes no había manera, para dejar un rotundo mensaje: “Exigencia: Toda. Autocrítica: Máxima. Confianza: merecida e infinita. #ItrustinYou”. Poco tardó Mark Zuckerberg, el creador, fundador y dueño de todo este tinglado, en contestarle a nuestro director deportivo con un “Me gusta”, un retuiteo y una sincera respuesta: “Emocionado por el apoyo en estos momentos tan difíciles. Gracias de corazón, León”.

En fin… Vamos a ver si con esto del nuevo parón de selecciones nos relajamos todos un poco, nos centramos en poner a parir a Luis Enrique, que es lo que toca, y dejamos de elucubrar sobre si Lopetegui se comerá o no el turrón, que la próxima salida es a Vigo, la ciudad con mayor despliegue en lo que a decoración navideña se refiere.

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