La culpa fue de la lluvia. Decir esto parecerá una estupidez que ni siquiera es solemne. El Sevilla FC perdió ante el Arsenal debido a la lluvia. Empató, y muy bien por cierto, ante el Real Madrid la tarde que no llovió. Echarle la culpa al tiempo en el momento presente, con estos campos inmaculados sin viejos campos embarrados ni charcos en el punto de penalti, suena a mamarrachada ridícula… Pero permítame… explicarlo mejor: El escudo era el que debía vencer a los artilleros de Londres, y el escudo se mojó de manera inopinada (las predicciones daban agua para la madrugada). La presión de la grada duró hasta ese último y fatídico minuto de la prórroga. Luego, tras el descanso, cuajó la humedad y llegó el segundo gol, y los paraguas persistieron en enfriar el ambiente.
Ni Mendi, ni los jugadores, ni Monchi, ni la diligencia, ganaron la séptima; fue el escudo. Sin la presión enloquecida de los empinados graderíos del Pizjuán, que hace majestuoso a un equipo tan plano y corto como el Sevilla que dejó Lopetegui, no era posible la enorme proeza de mayo. La humedad desconectó al equipo y la grada, y eso se notó y se pagó en Nervión. El estado del terreno de juego estaba, como ya he dicho, en perfectas condiciones para la práctica del fútbol, como diría el maestro Araujo. Ese no era el asunto, claro; lo que averió la lluvia fue el sistema de señales que coordina a miles de sevillistas con once jugadores. Los paraguas hicieron de interruptor de frecuencia entre la afición y el terreno de juego. Esta es la explicación más estrambótica de la primera derrota de Diego Alonso, y a la vez, creo que es la más realista.
No podemos medir a Diego Alonso por esos dos partidos, ni para bien ni para mal. Este tipo de partidos los juega el escudo, no los nombres que anuncia la alineación. Pero yendo a los datos de los dos encuentros de esa semana: los dos partidos de Sumare justifican por sí solos el despido del buen Mendi. ¿Cómo no lo vio antes? La dupla Sumare y Sow deben jugar siempre. Ahora, con el escudo mojado secándose, es cuando llega la hora del entrenador y los jugadores. Las expectativas con Diego Alonso siguen intactas. La plantilla es mucho mejor que la del año pasado. La segunda plaza en el grupo de Champions sigue siendo un objetivo no utópico. Se abre un tiempo nuevo con un míster joven, Orta está recién estrenado. Llegamos este sábado a Cádiz, que siempre es un tiempo de adviento para el sevillismo, recuerden los dos partidos contra el equipo amarillo la temporada pasada. No le den más vueltas, la lluvia tuvo la culpa.