Qué difícil es escribir hoy sobre nuestro Sevilla Fútbol Club, qué complicado iniciar un artículo ante tanta desolación. Ni a Jul ni a Gan se les ocurría por dónde empezar. Por más ideas que uno intentaba darles nada les parecía bien. No fue la derrota, peores las hemos tenido y lo sabemos bien, sino el desánimo. La historia de nuestro equipo está llena de gestas para recordar y de tragedias para no olvidar, pero lo del sábado fue triste. Muy triste. Muy triste por ver la imagen de la derrota y de la impotencia en gente que ha sido protagonista de hazañas inolvidables, de futbolistas y, ojo, entrenadores que nos lo han dado todo. Que son, en presente, motivo de orgullo e historia viva de nuestro club, porque el orgullo y la historia, aunque se hayan escrito en el pasado jamás dejan de formar parte del presente que somos, porque la memoria siempre es presente. Pero…
Pero a todos nos llega el momento. Ahora que estamos en Twitter con nuestra recién estrenada cuenta @JulyGanSFC, estamos siendo testigos de la rabia y el desagradecimiento que muchos de los nuestros tienen hacia Lopetegui y hacia no pocos jugadores que son leyenda de un Sevilla Fútbol Club que no siempre fue tan grande como en estas últimas dos décadas. Futbolistas a los que la inevitable decadencia los ha agarrado por la camiseta y los ha lanzado al césped, y bien que lo pudimos comprobar en Almería, en un ejercicio de impotencia. Y un entrenador cuya fe y terquedad en sus principios lo ha llevado a ser uno de los mejores de nuestra historia, pero al que esa misma obcecación y ausencia de otros recursos, o de confianza en otros recursos, lo ha incapacitado para dar un golpe de timón a la trayectoria. Futbolistas y cuadro técnico que no son, que no pueden ser como parece que son en Twitter, meros objetos de usar y tirar, de aprovechar si sirven o de mandar a la venta del n… en el momento en el que han dejado de ser útiles a nuestras ensoñaciones. Desgraciadamente esto sucede no solo entre los aficionados del Sevilla, el mundo del fútbol tuitero es así entre los aficionados de cualquier equipo, pero no debería serlo.
Que quede muy claro que tampoco somos de aquellos de la adhesión inquebrantable, la otra cara de la red social del pajarito en su versión futbolística. Algunos vivimos tiempos de grises adhesiones inquebrantables, de pensamiento único en blanco y negro gracias a una bota reglamentaria acariciando el cuello, con el miedo a disparos al aire que se escapaban y daban en el blanco de manera certera, y algo aprendimos. Al menos, a pensar y a saber que nada en la vida es blanco ni negro ni su mezcla gris, a ser conscientes de que la realidad es mucho más compleja de lo que cabezas simplistas nos quieren hacer ver. Que, en definitiva, la vida es de color, que hay matices, que el amor no es ciego, que los seres humanos se equivocan, nos equivocamos, y a veces de manera irremediable. Y que todo tiene un inicio y un fin. Y que cuando todo llega a su fin hay que ser agradecidos por los días felices que nos hicieron pasar, por los abrazos que nos obligaron a dar, por la dicha que nos hicieron repartir, por hacernos más humanos al reconocer que la verdadera felicidad no es jamás personal sino compartida.
Hoy sabemos que el Sevilla Fútbol Club necesita un delantero que garantice goles, un mediocentro que haga la raya, defensas experimentados que nos hagan recobrar la seguridad que fue clave de nuestros éxitos, y también de alguien que nos haga recobrar el estado de ánimo que nos hizo ser respetados fuera cual fuere el equipo que teníamos delante, generar inquietud en cada césped que pisábamos. Pero también sabemos que algunos futbolistas ya no van a volver a ser, simplemente porque la vida es como es y no como desearíamos que fuera. Pero, honor y gloria para ellos y dignidad hasta el último de sus días con nosotros.
Y hoy también sabemos que lo que necesitaba el equipo no era solo un mero recambio de piezas sino mucho más. Demasiado trabajo para un verano, tremendo desafío para una sociedad cuya economía y sostenibilidad dependen de algo tan caprichoso como el éxito deportivo.
Son, y con dolor lo sabemos, momentos para un cambio de rumbo. Se dice que cambiar de entrenador es hacer lo más fácil porque es el eslabón más débil de la cadena. Pocas veces esto es cierto. De hecho, casi nunca un cese motiva el cambio deseado porque en realidad lo que casi siempre se hubiera necesitado sería algo tan difícil como sustituir a media plantilla. Desgraciadamente, también hoy sabemos que ambas, las dos opciones, son las que necesita el Sevilla Fútbol Club. Pero precisamente por eso, y por ser quienes son los que han de salir, todo ha de hacerse con la elegancia y el trato exquisito de todos hacia quienes dieron su alma por nuestros colores, desde el césped o el banquillo. Y no es solo por ellos, por su dignidad. También lo es por la nuestra. Porque las buenas rachas no hacen grandes a los clubes sino el honor y el agradecimiento a los suyos, a los nuestros, a quienes formaron parte y son de nuestra familia. Y así y solo así el dolor de hoy se tornará en esperanza y de su mano todo será de nuevo posible.
toda la razón;el
problema es la plantilla y el entrenador.Este,sin confianza de más de media afición y del cuerpo directivo y la plantilla: se ficha un central lesionado..no sé trae recambio ni de Fernando ni de rackitic, ni de ocampos,ni de en-nesiry….ni de…..
Entiendo que hay jugadores que no están al nivel de antes o al que se le espera, pero lo más preocupante es la falta de ideas del entrenador. Cada partido vemos la misa estrategia sin éxito,los mismos cambios, sin pararse a ver qué falla, parecen que están preestablecidos y nos hacen empeorar lo que ya está en el verde. Se le debe respeto tanto a unos como a otros, pero tenemos que reconocer cuando ya falto de ideas, un entrenador tiene que cambiar de rumbo, cosa que dudo que Lopetegui sea capaz de hacer.