Entramos en Cuaresma. En el particular calendario futbolístico del Sevilla FC, supone que llegamos al último tercio de Liga y a las eliminatorias europeas. Los veinticinco partidos disputados en la competición nacional no son sino un mero posicionamiento que vale para coger sitio y salir con una relativa ventaja en la parrilla de salida para el sprint final. Un tirón que da comienzo el domingo que viene, frente al correoso Osasuna de Jagoba Arrasate. Igualmente, lo competido en Europa League no tiene más valor que depositar tu bola en los decisivos cruces a vida o muerte.
Por ello, el Ramón Sánchez–Pizjuán será la llave de cara a un posible nuevo sorteo y un asentamiento en la encarnizada lucha por la tercera y cuarta plaza. Por el contrario, puede suponer un descalabro europeo y otro tropiezo liguero que, incluso, haga dudar de la seguridad de un puesto para la próxima Europa League. ¿Cómo poder augurar algo con exactitud en este deporte tan imprevisible? Sin ir más lejos, había en el ambiente previo al partido de Getafe un pesimismo que no invitaba a pensar que el Sevilla pudiera pegar el golpe en la mesa que finalmente dio. Cosas del fútbol, tal y como dijimos la semana pasada.
Las temporadas suelen contar con estos partidos que suponen un punto de inflexión, para bien o para mal, en el resto de la competición. Puede que la entrada de Gudelj por un desconectado Banega y el traslado de Koundé al lateral derecho, junto con la irrupción de Suso, hayan supuesto ese cambio en el equipo que desatasque el juego de un conjunto que había encontrado en sí mismo su peor enemigo, sobre todo jugando de local.
En definitiva, y por el bien de nuestro equipo, esperemos que Julen Lopetegui (ya sea por astucia propia, indicaciones de arriba o mera casualidad) haya encontrado la escapatoria que le haga salir de ese laberinto. La situación sólo podía tener un final que no era otro que la habitual rueda de prensa de Monchi y Pepe Castro agradeciéndole los servicios prestados y la apresurada búsqueda de alguien que quisiera sentarse en nuestro banquillo.
No olvidemos que la presente temporada aún puede ser histórica, sobresaliente, digna o suspenso absoluto. Nada está escrito. Solía decir el bueno de Luis Aragonés que los objetivos se logran en las diez últimas jornadas. No le faltaba una pizca de razón.
Honren su memoria.