Un aspecto significativo al que el Sevilla FC tuvo que enfrentarse durante el partido contra el Wolverhampton fue la velocidad de sus jugadores de ataque, los cuales, tras un error del conjunto sevillista en campo rival, consiguieron provocar un penalti y una tarjeta amarilla para Diego Carlos. Vamos a analizar desde la psicología deportiva cómo gestionar psicológicamente esas habilidades del rival, no solo para que no nos afecten, sino para también hacer que el rival pierda esa ventaja.
Estudiar detenidamente al rival
Durante la preparación del partido, es de vital importancia conocer tanto los puntos fuertes como los puntos débiles del oponente y qué soluciones o alternativas para frenar estos puntos fuertes puedo tener yo. Este trabajo lo brinda el entrenador y el cuerpo técnico de los equipos, pero los jugadores deben realizar un trabajo de interiorización y mentalización. Saber que será un partido más difícil y que requerirá una mayor concentración. Aceptar que en algún momento me pueden superar pero que yo también tengo herramientas para sobreponerme. Este trabajo ayuda a potenciar nuestra confianza.
Trabajar sobre tus propios puntos fuertes
Durante la preparación del partido, el jugador debe saber cómo puede frenar al oponente. Esta preparación en psicología deportiva la recomendamos de dos maneras:
- Modelado o aprendizaje vicario: consiste en aprender observando a otros. El visionado de vídeos ayuda a saber qué suele hacer el rival y cómo otros futbolistas han conseguido frenarle.
- Visualización: la visualización ubica al deportista en primera persona de las imágenes que le queremos evocar en su trabajo mental, dando la libertad al jugador para que desarrolle sus propias habilidades y genere confianza en cuanto al trabajo que va a desempeñar durante el partido.
Mantente concentrado en todo momento
Una vez llegamos al momento del partido podemos usar estas 3 estrategias para evitar que las habilidades del rival mermen nuestra confianza y nos saquen del partido:
- Recuerda el plan de tu entrenador y escucha todo lo que te diga como algo constructivo. Hay deportistas en cambio que gestionan mal una corrección del míster y eso les genera más ansiedad e inseguridad.
- Acepta que puedes verte superado. Unido con lo anterior, saber que habrá momentos en los que el rival sea mejor me ayuda a no frustrarme y a evitar sentirme ansioso. Sé que eso podía pasar, y también sé qué puedo hacer que no pase más. Focalízate en lo que puedes hacer.
- Gestión propia de tu error. Sumado a las dos opciones anteriores, cada jugador debe saber cómo gestionar los momentos de mayor ansiedad o de menor confianza en su propio juego. Tener estrategias como el control de pensamiento, saber utilizar la respiración, o tener una rutina competitiva posterior al error para volver a concentrarme son algunas de las estrategias que se trabajan.
Este último punto que comentamos puede ayudar al futbolista a volver a rendir al mayor nivel tras haber tenido un fallo o haberse sentido frustrado por situaciones del partido. Los errores son humanos y los podemos tener, lo verdaderamente importante es saber cómo resarcirnos de los mismos.