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Fichar un alma

El Sevilla continúa en caída libre, por el momento no parece haber límites para el equipo en el peor sentido en el que se puede marchar, cuesta abajo y sin frenos. Si el Sevilla no viajase en avión y tuviera que regresar por la AP- 6, la bola de nieve que podría formar en su descenso no cabría en la tan palangana Dirección General de Tráfico.

Los sevillistas, habituados a la gloria de una década prodigiosa― esa sí que es histórica, vecinos y no la que o inventáis y extraéis de los pozos oscuros de la estadística―, estamos desconcertados y comenzamos a anhelar tiempos pasados en los que un presidente aguerrido amenazaba con comerse leones de la cabeza a la cola y ponía firmes al más pintado antes de que lo pusieran a él. Qué miedo da escuchar a personas el regreso de líderes con carácter, y no porque los propietarios del equipo puedan hacer caer al actual presidente y volver a poner al anterior, sino por lo que ese tipo pensamientos ha traído en lo político a la historia de la humanidad. Como dicen Les Luthiers, todo pasado fue anterior, y ni siquiera el cambio de Corchia por Mercado, que tanto recuerda a aquellos que Unay Emery hacía de Coke por Mariano y que dieron lugar a bufandas conmemorativas, nos lleva a reverdecer viejos laureles.

Vienen tiempos difíciles, porque el necesario cambio de entrenador no está dando sus frutos por el momento, y dudo que, sin negar la capacidad de Montella, vaya a darlos, porque el problema real va mucho más allá de un relevo en la dirección técnica. Tampoco creo que los fichajes que puedan realizarse vayan a solucionar mucho, porque el principal no lo podemos hacer, y no porque no haya dinero, sino porque el fichaje del que hablo no cifra su valor en euros. Se llama, ya lo saben por el título, el alma.

Que en esta temporada no se haya acertado con los fichajes es algo que no hay que ser un lince para darse cuenta, al menos a día de hoy. Que la responsabilidad de ello es de quienes habitan en los despachos, es una obviedad más. Que Monchi también se equivocaba muchas veces al traer jugadores que luego no es que fueran malos, sino horribles, tampoco es faltar a la verdad. Las únicas diferencias que hasta ahora han habido, entre una época muy larga y fructífera y otra, la de ahora, improductiva, aunque muy corta en el tiempo,  eran dos: que los aciertos compensaban con creces las equivocaciones y que el alma del equipo era intransferible. Digo el alma, ese ente inmaterial poseedor del espíritu del equipo, que se podría mamar desde chico en la carretera de Utrera o se inoculaba en ciertos jugadores, no necesariamente los más dotados ni los más brillantes, que sostenían al equipo. Hablar de Pablo Alfaro o de Javi Navarro, de Fernando Navarro, de Pep Martí, de Coke, de Iborra…

El Sevilla es hoy un equipo sin alma. La han expulsado. El brazalete de capitán es hoy un requisito legal en lugar de una referencia ética y, en ausencia de liderazgo, crece la mala hierba. Y la mala hierba se expande con rapidez, con lo difícil que es sembrar y cuidar la buena, con el trabajo que costó llegar hasta aquí.  Creo que no es difícil adivinar el ambiente que debe de haber en el vestuario, si los escasos jugadores de la casa que hay no tienen carácter de líderes y los demás son apenas unos transeúntes.

Recordar que Coke fue el héroe en Basilea, o que Iborra ganó él solito el último derbi en el Villamarín, encuentros que iban camino de una derrota segura que se tornaron en victorias, no son obviedades. Que cuando hay buenos líderes en los grupos se atemperan los ánimos y que el principal sostén de un vestuario ha de ser conocer lo que significa defender el escudo que se lleva en el pecho, creo que tampoco.

Al equipo le robaron el alma y ahora vaga por los potreros de primera división penando por ello. Quizás haga falta un central, un delantero, un centrocampista de cierre, alguien que dé respiro a Banega, pero ¿quién ficha un alma, quién es capaz de recuperarla?  

1 COMENTARIO

  1. Creo que nos estamos olvidando de aquella época en la que Marcelino Manzano y Michel fueron entrenadores de nuestro Sevilla.

    En aquella época los fiascos en los fichajes fueron muchos y los aciertos no lo compensaban.

    A mí entender el mal del Sevilla viene ya desde el verano de 2016 cuando se ficha pensando en Sampaoli y en dar un golpe de timón al estilo y la esencia que nos hizo grandes entre 2004 y 2010 y entre 2013 y 2016.

    El heredero de Ramón lo que ha hecho ha sido agrandar el daño que no es poco pero el daño venía de atrás.

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