Sevilla FC y Real Valladolid se midieron en una auténtica batalla bajo la lluvia de Nervión, en la que la tropa de Lopetegui dejó escapar tres puntos que parecían bien encarrilados desde el principio. De nuevo, la falta de precisión e ideas volvieron a condenar a un Sevilla FC que se mostró poco ambicioso ante un equipo nada falto de fe y corazón, materializados estos aspectos en forma de empate en el tramo final del partido. En definitiva, un mal guión que dejó entrever una vez más las carencias del cuadro hispalense de cara a cerrar los encuentros con solvencia.
El Sevilla FC, apurado ante el Valladolid
El Sevilla FC desplegó una gran primera media hora de partido, que vio su recompensa con el tanto anotado por Ocampos desde los once metros. Sin embargo, esto tan solo fue un espejismo, si bien, tras poner el primero en el marcador, no quedó rastro alguno del dominio hispalense. Lejos de arrugarse, los albivioletas entablaron un juego muy directo, adelantando incluso unos metros su línea de presión, lo que dificultó seriamente la salida de balón sevillista durante el resto del encuentro. De este modo, empezaron a encontrar espacios con facilidad, llamando con peligro a la meta de Bono desde segundas jugadas y centros laterales. En pocas palabras, el Valladolid obtuvo el premio a la insistencia, tras haber negado de creatividad y posesión clara al conjunto de Nervión a lo largo y ancho del segundo tiempo.
El Sevilla FC y la mala digestión del gol
A raíz del tanto inicial, los de Lopetegui dieron un paso atrás a la par que el Valladolid fue creciéndose y ganando cada vez más confianza, tirando de corazón y fe más que de fútbol. El cuadro hispalense volvió a pagar cara su falta de finura en los últimos metros, puesto que la diferencia en el marcador pudo ser mayor al término de los primeros treinta minutos. Después, tan solo se pudo ver a un Sevilla FC decaído y contenido, cuya prioridad pareció pasar por mantener la ligera ventaja por encima de ir a sentenciar el partido. Es por ello por lo que ni siquiera acabó chutando entre los tres palos en el marco de la segunda parte. De esta manera, volvió a manifestarse una tónica dominante, relativa a la dificultad que muestra el cuadro andaluz de cara a cerrar sus partidos con solvencia.
Lopetegui y la falta de acierto desde el banquillo
El bloque sevillista, en conjunto, dejó mucho que desear. En el mediocampo, se pudo ver a un Rakitic atosigado que sigue estando muy lejos de su versión vintage. Junto a él, Óliver tampoco supo ofrecer alternativas, mostrándose ambos incapaces de salir con ideas claras desde campo propio. Ante esto, Lopetegui, que se mostró conformista con el resultado inicial, no fue capaz de enmendar la situación desde el banquillo. Así, sacó del terreno de juego al jugador que desencadenó más peligro, Ocampos, la principal baza sevillista en el ataque. Dio entrada a Jordán primero, y a Óscar en el tramo final para buscar algo de aire en la salida de balón, aunque también acabaron mostrando dificultades en la asociación sin conseguir desatascar el centro del campo. Gudelj también salió a escena para agudizar la contención, pero finalmente esto no acabó evitando el tanto del empate pucelano.