Imagino que ustedes no saben que en 1994 trabajé durante dos meses como voluntario en la frontera entre la República Democrática del Congo, entonces Zaire, y Ruanda, en un campo de refugiados de hutus ruandeses que habían huido de la guerra civil en la que sucumbieron aproximadamente un millón de los seis millones de habitantes del país. Allí, en la ciudad de Goma, conocí a un Hermano Marista español que me dijo que Dios lo sabía todo menos tres cosas: lo que piensa un jesuita, lo que va a decir en una homilía un dominico y cuántas órdenes de monjas hay. Sin embargo, yo creo que Dios no sabe algo más, la cuarta, y es por qué continúa Tevenet entrenando al Sevilla Atlético, un misterio insondable a la altura de la desaparición de la Atlántida o las técnicas constructivas de los incas.
La cantera del Sevilla siempre fue importante, tanto en su aportación al primer equipo como en lo que ha aportado a diferentes clubes de primera o segunda división. Tres de nuestros canteranos, no se nos olvide, tres de los veinticinco, formaron parte de la selección que ganó el Mundial de Sudáfrica. A pesar de eso, los chavales criados en la carretera de Utrera apenas forman parte, no solo de la plantilla del primer equipo sino incluso de la del filial, en la que un porcentaje importante de jugadores vienen de fuera. Si antes no era extraño que algún jugador de la cantera, varios, incluso, debutasen cada año en el primer equipo, hoy es algo extraño, excepcional, con lo cual la formación de jugadores va perdiendo poco a poco su sentido y su utilidad.
Es cierto que el primer equipo ha adquirido unas exigencias en estos años y que, junto a la política económica de comprar fuera jugadores jóvenes de proyección para venderlos caros, ha dificultado el acceso de canteranos al primer equipo. Pero no lo es menos que clubes nada ajenos al éxito deportivo, como el Real Madrid o el Barcelona, cuentan con un buen número de jugadores criados en sus ciudades deportivas dentro sus plantillas. Si estos equipos pueden tenerlos, ¿por qué no el Sevilla? Y entonces me hago la segunda pregunta: ¿existe interés por la cantera entre los dirigentes de nuestro club? Y de esta viene la tercera: ¿es por eso que sigue Tevenet?
Traer jugadores de fuera para el segundo equipo se justifica si tienen proyección para llegar a formar parte más pronto que tarde del primero, que les sirva de plataforma de formación para realizar con éxito ese itinerario. Sin embargo, nada de esto ocurre, y lo que al final pasa es que taponan la llegada de los que vienen de abajo y se quedan encajonados en una zona en la que no van ni para arriba ni para abajo y acaban como los demás, para afuera.
Es una política preocupante, y si a ella unimos la de fichajes para el primer equipo, la situación toma visos aún más alarmantes que hoy no quiero analizar. No es el día cuando una posible clasificación para otra final puede taparlo todo. Pero habrá que analizarla, y de la misma forma, nos clasifiquemos o no, porque una victoria ante el modesto Leganés no puede servir para legitimar a quienes se han equivocado y se siguen equivocando, con el riesgo de que el dolor de cabeza de esta errática política pueda ser más fuerte en el futuro.
¿Cómo veria usted a Andres Palop entrenando al Sevilla Atlético?
Yo lo vería bien hasta en el primer equipo