Unai Emery llegó al Sevilla y lo llevó a la gloria, proclamándolo pentacampeón de la Europa League y clasificándolo para la Champions dos años seguidos. Sin embargo, su situación ha dado un giro este verano convirtiéndolo en verdugo del conjunto hispalense en el mercado estival.
Fueron años de gloria los que Emery le otorgó al Sevilla. Aterrizó en Nervión en un vestuario roto y logró componer un equipo sólido capaz de pelear por títulos de nuevo. Sus máximas coronaciones fueron en Turín, Varsovia y Basilea, proclamándose tricampeón de la Europa League y dándole al conjunto nervionense la quinta de su historia. Pudo parecer una relación irrompible. Unai, Monchi y el Sevilla tiraban del carro en un mismo sentido, pero al olor de un proyecto gustoso y los millones árabes del PSG, el de Hondarribia abandonó el barco sevillista en busca de nuevos retos.
Dejó al Sevilla comprometido y tuvo que buscar urgentemente un entrenador con garra, carisma y ganas, muchas ganas. Fue entonces cuando llegó Sampaoli y desde antes de ser presentado, se puso a trabajar en su nuevo proyecto. Uno de los jugadores que pidió a Monchi para formar equipo fue el francés Ben Arfa, un jugón de calidad descomunal. El galo valoró la opción muy seriamente y quedó a un paso de ser jugador del Sevilla, sin embargo, el PSG de Unai Emery se entrometió en las negociaciones y sedujo al futbolista con un proyecto, quizás, más ambicioso.
El último capítulo de la historia entre Emery y Sevilla llegó con un, ya antiguo, futbolista del conjunto de Nervión. Krychowiak estaba en Francia concentrado con su selección disputando la Eurocopa y quiso dejar de lado los rumores sobre su salida, pero no podían evitarse eternamente. Polonia cayó eliminada y Krychowiak, uno de los jugadores más comprometidos con el equipo, se marchó al PSG. El mediocentro polaco habló sobre su fichaje y admitió que «la oportunidad de seguir trabajando con Unai Emery fue obviamente un factor importante en mi decisión».