En los primeros encuentros de la temporada, el Sevilla daba señales de haber sido capaz de solucionar ciertas debilidades en defensa. Aunque el juego planteado por Julen Lopetegui apostaba por el control del balón, la importancia al rigor defensivo era primordial. Tanto es así que hasta la jornada 4 el Sevilla sólo había recibido un gol, en el empate frente al Celta de Vigo. A partir de ahí, el conjunto nervionense ha empezado a conceder demasiado y lo que antes era fortaleza, se ha tornado en un punto flaco muy importante.
Goles y derrotas
Desde la quinta jornada de Liga, el Sevilla ha encajado más de un gol en cada partido. El desastre sufrido Ipurúa fue un duro golpe, teniendo en cuenta el buen resultado que llevaban los de Lopetegui al descanso. Más allá de fallos puntuales, la defensa había aportado una importante seguridad, algo que cambio por completo en la segunda mitad. La entrada de un nervioso Koundé debilitó considerablemente a la línea defensiva, lo cual acabó provocando que el Eibar consiguiese la remontada.
Muy significativo también fue el partido en casa contra la Real Sociedad. Con 20 remates, diez de ellos a portería, el conjunto hispalense solo pudo hacer tres goles. Por parte del equipo vasco, sólo hicieron falta dos tiros entre los tres palos. Unas diferencias abismales que plantean debilidades tanto en la parte alta como en la defensa. Esta dinámica se ha propagado hasta el enfrentamiento contra el FC Barcelona. El Sevilla llegó a desperdiciar hasta tres oportunidades claras de gol antes del primer tanto culé. Las siguientes dos llegadas hicieron el segundo y tercer gol del conjunto catalán. 3-0 en tan sólo ocho minutos. Nueve goles en los últimos tres partidos de Liga.
El Sevilla de las concesiones
Profundizando un poco más en el análisis, lo cierto es que estos fallos no se producen por un mal balance defensivo o por un sistema erróneo. Principalmente, son fallos individuales. Los tres goles encajados frente al Eibar se producen tras un penalti grosero de Koundé, una falta de comunicación entre Vaclik y Diego Carlos, además de una falta con mala colocación por parte del portero checo. Ante la Real Sociedad, una pérdida incomprensible de Reguilón da paso a una contra rápida rematada por Oyarzabal. Igualmente en el Camp Nou, los tres primeros goles llegaron tras despistes y fallos fruto de la falta de concentración tras las ocasiones desperdiciadas en la portería rival. A la poca efectividad de la defensa se une un bajo momento de forma de Vaclik, cuya posición en la portería deja mucho que desear.