Joaquín Caparrós se reestrenó en el banquillo de Nervión. Al menos, hasta final de temporada será él quien dirija a los rojiblancos después de una primera etapa como entrenador hace más de una década. El relevo en el banquillo sirvió para que el Sevilla volviese a la senda de la victoria, algo que se resistía desde el pasado 3 de marzo. Pero además, el Sevilla se mostró más mordedor y vertical ante la Real Sociedad y los propios datos, lo justifica.
Grueso del partido
El Sevilla mostró una cara distinta a lo que acostumbró con Montella y Berizzo en el banquillo. Esta vez llegó más veces al área contraria pero tuvo menos control del balón. La Real Sociedad fue superior con un 59% de la posesión con un 41% para el Sevilla. El buen gusto por el trato del balón donostiarra precipitó esto, pero también influyó la apuesta por un juego más directo e incisivo.
Donde sí destacó el equipo de Nervión fue en las ocasiones de gol. Aunque el único tanto del partido llegó desde el punto de penalti, el Sevilla remató hasta seis veces entre los tres palos, contrastando con un solo disparo a puerta de la Real Sociedad. Fue en la primera parte por mediación de Mikel Oyarzabal por lo que el Sevilla mantuvo a raya al cuadro norteño.
El otro fútbol
La práctica de hacer morir el partido antes de tiempo también fue clave en el partido. El Sevilla recibió cuatro tarjetas amarillas donde dos de ellas fueron por pérdidas de tiempo al final del choque y pensando en los siguientes compromisos ligueros. Asimismo, el equipo de Caparrós acabó el partido con 17 faltas, por 13 de la Real Sociedad. Un argumento que valió su peso en oro con tres puntos que siguen manteniendo al Sevilla con aspiraciones europeas y volviendo a custodiar la séptima plaza que perdió la jornada anterior.