El Sevilla regresó del parón con una victoria ante el Valladolid bajo el brazo. Los de Julen Lopetegui realizaron un encuentro muy completo frente a un Valladolid que no había perdido en su campo. Un triunfo que permite al conjunto nervionense colocarse en tercera posición, a tan solo un punto de Real Madrid y FC Barcelona. Sin embargo y seguramente, lo más importante es la distancia que marca con sus perseguidores, con cuatro puntos con respecto al quinto puesto.
En Valladolid, un Sevilla rocoso
La victoria del Sevilla en Valladolid no estuvo exenta de cierto riesgo por parte del club hispalense. Con el gol de penalti convertido por Banega, el conjunto andaluz podría haberse marchado al descanso con una ventaja mayor si Nolito no hubiera fallado una ocasión clarísima frente al portero. El Valladolid, con el apoyo de su hinchada, apretó a un Sevilla que creaba poco peligro en la portería contraria. Solo la potencia de Ocampos y alguna internada de Reguilón conseguían crear desequilibrio en la defensa blanquivioleta.
Sin embargo, si por algo está destacando el equipo de Lopetegui es por su estabilidad ante la adversidad. Tras el enorme varapalo sufrido frente al Eibar, el Sevilla demostró frente al Valladolid haber aprendido alguna que otra lección con respecto a la excesiva confianza. Los cambios en la segunda parte le sentaron de maravilla. Un Franco Vázquez que canalizó el balón de su equipo, dando mucha posesión, contuvo al Valladolid a la perfección. La defensa estuvo excelsa por alto, sin dar oportunidad a un rival que centraba una y otra vez. Incluso con la expulsión de Ocampos en los últimos minutos, el equipo no se descompuso en ningún momento.
Fernando, el «pulpo»
El partido del futbolista brasileño volvió a ser una clase magistral de colocación en el campo. Junto con Diego Carlos, sostuvieron a un Sevilla que surgía de sus botas tras robar un balón detrás de otro. Fernando se erigió como un muro infranqueable, consiguiendo situaciones ventajosas constantemente y distribuyendo con criterio. Realizando coberturas a los laterales y apareciendo por el centro para realizar la ayuda antes de la línea de centrales, el mediocampista cuajó un encuentro soberbio en el trabajo más oculto.
De Jong, demasiado sacrificio
Aunque ayudó en la defensa de las jugadas por alto, el partido del holandés fue nefasto. Ya no sólo de cara a portería, donde no gozó de prácticamente ninguna oportunidad, sino en la misma circulación de balón. Detuvo varias jugadas de contraataque y no consiguió asociarse con sus compañeros de manera efectiva. Con todo ello, De Jong no paró de presionar a la defensa rival e incluso ayudaba en tareas defensivas cuando perdía el balón, algo que ocurrió en demasiadas ocasiones.