El método Monchi

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Jul y Gan estaban tan emocionados como yo al ver el juego desplegado en el Nou Camp por el Sevilla Fútbol Club. Hemos visto muchos partidos buenos de nuestro equipo- de los otros, qué les podemos decir a sufridos sevillistas-, pero pocas veces como en estos tiempos hemos asistido a manifestaciones de fortaleza mental y física como las que ahora está demostrando.

– ¡Empequeñecimos a Messi! – gritaba eufórico Jul al acabar el partido.

Y es cierto. A pesar de ser tan bajito, siempre se agigantó contra nosotros, y ahora lleva dos partidos seguidos en los que ni moja ni apenas tiene oportunidad alguna de hacerlo.

– ¿Quién decía que Lopetegui era un entrenador conservador? – vociferaba Gan, saltando de sillón en sillón nuestro siempre juicioso Gan.

– ¡Vecino!, ¿qué pasa ahora? – era evidente que Jul, enrojecido de pasión, comenzaba a perder los papeles.

No sé qué hubiéramos hecho de haber ganado, lo que hubiera sucedido de haber tenido más mordiente arriba, jugando con todos los delanteros disponibles en la plantilla como lo hicimos. Era el año de haber dado el campanazo, pero no terminamos de rematar al Barça. No importa, a pesar de eso, y no por el empate sino por el empaque, salimos felices.

Joan Jordán, el que puede ser el verdadero sustituto de Éver Banega, señaló las claves de este equipo al finalizar el encuentro. Si tiene fe y lucha, si sale a ganar cada partido, podrá llegar muy lejos; si, por el contrario, se lo cree, cualquier equipo nos pasará por encima. Bueno, cualquiera, no, ¿no es cierto?

Mucho orgullo sentimos todos al ver al Sevilla Fútbol Club imponerse física, táctica y emocionalmente a un Barcelona que creía que tras los dos partidos disputados iba a volver a ser el que fue, como si en vez de su escudo mercedario llevase en el pecho el de Andalucía. Pero no fue así. Y quizás lo más esperanzador sea que nuestro equipo se enfrentó a un buen Barcelona, que peleará por la liga y que ha detenido la sangría a la que la junta directiva y el cuerpo técnico lo ha sometido en los últimos tiempos.

Van a tener razón los que afirman que el mejor fichaje de la temporada es mantener el bloque, lo que supone un esfuerzo ímprobo para la sociedad, obligada siempre a cuadrar sus saneadas cuentas a fuerza de vender lo mejor y soñar con que los que vengan mejoren a los que se fueron.

Dicen que el gran mérito es el ojo, el método de Monchi, al acertar con los fichajes. Parece obvio, pero no lo es tanto. O mejor dicho, no lo es todo. Porque hay una parte de ese todo que se olvida, de la que no se habla, y es la motivación que inculca a los que vienen y a los que están nuestro director deportivo. Como un aliado más del entrenador, la motivación que don Ramón Verdejo inculca a los futbolistas los hace grandes, a veces puede que más grandes de lo que ellos creían que eran. Prueba de ello es el rendimiento que muchos futbolistas que se marchan tienen fuera del Sánchez-Pizjuán. Fichajes que nos arrebatan, muchas veces por la fuerza, como en los casos de Vitolo, Gameiro, y bastantes más, que acaban por echar de menos su estancia entre nosotros. Sí, el método Monchi no tiene solo que ver con identificar buenos jugadores para la escuadra, sino con estimularlos hasta dar lo que no sabían que tenían dentro. Qué lujo ver jugar a Jordán, a un Fernando que pululaba por la liga turca recordando glorias pasadas, o un Diego Carlos que a su edad no había sido tenido en cuenta hasta ahora por los técnicos de su país para la selección.

El Método Monchi, como el Sevilla mismo, ha dado una vuelta de tuerca para hacerse más y más fuerte. De lo que nos depare la temporada, poco sabemos. Pero de lo que sí estamos seguros es de que lo que disfrutamos en estos meses de pandemia con el Sevilla Fútbol Club nada ni nadie nos lo va a quitar. ¡Que no pare la música!

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