El fútbol femenino, algo más que un deporte

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Hace unos días, llegó a mis manos la autobiografía de Megan Rapinoe. La que fuera mejor jugadora de 2019, también ha sido una de las que más a criticado a Trump por su gestión de políticas sociales y de igualdad durante su presidencia. Hasta los telediarios se hicieron eco del intercambio de tuits entre ambos. El presidente americano le retó a ganar el mundial de Francia, y como no podía ser de otra manera, ella abrió el camino y junto a la selección de EEUU se volvieron a coronar como las mejores del mundo.

Megan Rapinoe es una activista de esas que llegan hasta las últimas consecuencias. Lo pudimos ver cuando la selección femenina denunció a la federación estadounidense por discriminación. Ella y el resto de compañeras no temieron mirar a la cara al problema. «Somos las mejores del mundo, lo hemos demostrado. ¿Por qué la sección masculina que ni se ha clasificado gana más qué nosotras?». Es básicamente lo que se preguntaban. Porque al equipo nacional de EEUU le daban primas por jugar, empatara; ganará o perdiera. Sin embargo, al conjunto femenino le daban un puñado de dólares solo si ganaban ante un equipo que se encontrara entre los diez primeros del Ranking FIFA. ¡Recordad que hablamos de la primera de la clasificación!

Este problema podemos verlo como algo muy lejano, pero lo que deja al descubierto es que no importa lo que genere un equipo femenino, el equipo masculino va a tener más privilegios. Me disculpan así los que usan este argumento del dinero para justificar la precariedad salarial que se vive en muchas categorías del fútbol femenino de nuestro país.

Que el fútbol femenino crezca es beneficioso para la sociedad. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que es un fiel reflejo de lo que ocurre en ella, y el machismo que aún nos queda por erradicar. ¿Pero son los dirigentes de la FIFA los que van a luchar para que desaparezca? ¿Los miembros de la RFEF? Lamentablemente esa respuesta sigue siendo negativa. Hay ejemplos de porque no serán estas instituciones, para que no piense el lector que los atacamos sin motivo.

En el primer caso vemos cómo la FIFA celebrará un Mundial en un país donde las libertades de la mujer están restringidas. ¡Pero si no las dejan ni entrar en los estadio, por el amor de Dios!. Esto cambiará para el mundial, porque hay que quedar bien de cara a la galería internacional. En el segundo de los casos vemos que el máximo gestor del fútbol femenino en nuestro país apuesta por publicitar la Copa de la Reina con personajes destacados de Málaga. Algo que podría ser muy normal si no fuera porque solo destaca a hombres. ¿No hay ninguna malagueña destacada en la historia?

Los avances y la lucha por la igualdad radica en las jugadoras. Ellas son un referente para las niñas, pero también para mujeres como yo. Son fuente constante de inspiración. «Si ellas pueden enfrentarse al mundo, como no lo voy a hacer yo». Las jugadoras españolas y del resto del mundo no solo generan cambios en el deporte, lo hacen a nivel social. ¿Por qué no recibir una compensación justa por el trabajo que desempeña? ¿Por qué no pueden decir públicamente que son buenas en lo que hacen y que se merecen cobrar por ello?. Romper esos miedos y hacerlos de manera pública es una inyección de moral al resto de mujeres.

Puede que Megan Rapinoe no te guste dentro del campo. Sin embargo, no se puede negar que esa mujer ha conseguido aprovechar su tribuna para sacar a la luz las cosas que considera injustas. No tenemos que cruzar el charco, quedémonos en España y recordemos a tantas y tantas mujeres que han cambiado la historia de nuestro fútbol. Vero Boquete, Natalia Pablo, Ainhoa Tirapu y demás jugadoras que formaron parte de la expedición del mundial de 2015. Lucharon para que la federación cambiara al seleccionador. Lo hicieron porque se dieron cuenta que tenían al enemigo en casa. Era un ancla que solo lastraba el trabajo que hacían sobre el césped, cuando él les permitía hacerlo.

Tirapu también fue la portavoz de las jugadoras en lo que a la lucha por en convenio se refiere. Las jugadoras se plantaron y se fueron a la huelga. Consiguieron la firma, pero saben que aún tienen que seguir luchando por conseguir mejores condiciones.

En el Sevilla FC Femenino, contamos con dos grandes figuras del fútbol colombiano. Natalia Gaitán e Isabella Echeverri han estado denunciando el maltrato que sufre el fútbol femenino por parte de la federación de ese país. Su liga tienen la absurda duración de un mes.

¿De qué ayuda a la sociedad, a la lucha por la igualdad, que la FIFA permita a un Jeque despreciar a las árbitras en una entrega de premios no saludándolas? Pues a fomentar esa desigualdad. Pero qué pasa si vemos a jugadoras como Maite Albarrán; Jeni Morilla; Raquel Pinel; Natalia Gaitán o Isabela Echeverri luchar contra ella, pues que veremos a mujeres fuertes alzar la voz contra la injusticia y animará a muchas a luchar contra ella en otros ámbitos. Laborales, escolares, familiares …

Tener referentes fuertes, que lideran y que animan a mejorar solo puede ser positivo para las mujeres. A lo largo de la historia muchas han sido acalladas, borradas y olvidadas… hoy, deberíamos recuperarlas y saber que hay espejos en los que mirarse.

«El ejemplo mueve el mundo más que la doctrina», dijo el escritor Henry Miller.

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