Definitivamente, Unai Emery tiene miedo a la reacción que pueda tener la grada el día que, por megafonía, se anuncie en el Sanchez-Pizjuán el nombre de Federico Fazio.
No queda otra explicación, a la vista de que el central argentino se ha quedado fuera de la convocatoria dada para el partido frente al Eibar. A pesar de la baja de kolodziceizak, Emery prefirió meter en el grupo solamente a Ramí y Carriço como centrales, y enfrentarse a la necesidad de tener que inventar sobre la marcha una solución, caso de ocurrir una lesión o una expulsión en el centro de la zaga, a llamar a Fazio, ni aunque sea para el banquillo.
El regreso de Fazio tuvo su polémica porque gran parte del sevillismo considera que su salida fue indecorosa. Por eso, el entrenador sólo lo está empleando fuera de Sevilla, con la esperanza de que, si realiza alguna buena actuación, apacigüe los ánimos y le permita aterrizar en nervión sin que le lluevan los pitos. Con el dilema en la mente, Emery, apeló a la unión en el sevillismo en la rueda de prensa previa al choque con el Eibar, aunque precisamente no haya ahora mismo un periodo de marejada en lo institucional ni en lo social, al margen del caso de Fazio.
Sin embargo, en lugar de aciertos, lo que Fazio ha acumulado son errores, que además han costado goles, puntos e incluso la complicación de la eliminatoria de Europa League frente al Molde. Por lo que, en realidad, puede estar aumentando la animadversión hacia el aún jugador del Tottemham. Precisamente este hecho, tampoco anima a los detractores del jugador, nacido en Ramos Mejía (Matanza, Gran Buenos Aires) a deponer su actitud, puesto que ni siquiera es un activo propiedad del club.
Como el Sevilla tiene su mejor cara en su propio feudo, y flojea en campo contrario, a Fazio se le complica cada vez más la tarea. De hecho, corre el riesgo de quedar atrapado en una trampa infinita según la cual, como no juega en casa, no le salen bien las cosas, y mientras no le salen las cosas, no le alinearán en casa. Sólo restan dos soluciones al dilema, o el propio jugador se entona y empieza a sumar aciertos en los partidos de visitante para recuperar apoyos, o habrá que pasar por el temido juicio sumarísimo de ser nombrado por el “speaker”, de tocar balones y de intervenir en el juego ante el público propio, y afrontar lo que sea que el Sanchez-Pizjuán dictamine. Quedar atrapado en el laberinto de no mejorar sus actuaciones y no disputar partidos en casa es el camino del fracaso.