No se ha hecho esperar mucho tiempo. El episodio relacionado con los insultos a Sergio Ramos ocurrido en el Ramón Sánchez-Pizjuán, en la vuelta de los octavos de Copa del Rey, ante el Real Madrid, ya tiene la respuesta por parte de la Liga de Fútbol que, como era de esperar, ha denunciado al Sevilla Fútbol Club. En un comunicado que ha difundido a través del departamento de comunicación, la máxima competición nacional enumera, uno por uno, todos los “incidentes” que, según aquel, tuvieron lugar en el estadio nervionense contra la figura del jugador del Real Madrid, especialmente, después de la jugada del penalti transformado por el madridista.
Exactamente, el comunicado de la Liga resume lo ocurrido en nueve puntos, en los que recoge insultos como “Sergio Ramos, hijo de puta”, “Ramos muérete”, “Estamos hasta la polla del Barça y del Madrid”, “Puta Madrid, puta capital” y “Que puta Real Madrid”. Así mismo, dicho comunicado recoge también las medidas preventivas anti violencia que adopta el Sevilla, como carteles con normas de comportamiento, vallado, personal de seguridad, registros y controles en el acceso al estadio, mensajes en el video-marcador como “Insultar no es animar” o la campaña “CORDIALITY, Tolerancia & Respeto en el fútbol”.
Nueva Ley Antiviolencia
Es evidente que los insultos que se escucharon en el coliseo sevillista no se pueden permitir, entre otras razones, porque al estadio van muchos niños y, aunque exista la costumbre de escuchar todo tipo de improperios en los campos de fútbol, es algo que hay que erradicar. De igual modo, es evidente que la actual Ley Antiviolencia, reforzada a raíz de la muerte del seguidor del Deportivo “Jimmy”, por un miembro del “Frente Atlético”, en noviembre de 2014, pretende castigar los insultos en los estadios con determinadas medidas, que van desde multas hasta el cierre parcial o total del estadio.
Diferente rasero en la aplicación de la ley
Precisamente, para denunciar esa “violencia verbal”, el Comité Antiviolencia de la Liga de Fútbol creó la figura de un “observador”, una persona presente en cada estadio encargada de recoger todo tipo de violencia verbal que no se refleje en los documentos que le llegan a Antiviolencia. Todo muy loable y plausible. Cualquier acción que vaya dirigida a reducir la violencia en el deporte, bienvenida sea. El problema está cuando esas normas no se aplican con el mismo rasero a todos.
Insultos en otros estadios, no sólo en el Sánchez-Pizjuán
El Sevilla es el club de Primera División con más multas recibidas por insultos desde la grada. Sin embargo, no sólo en el Ramón Sánchez-Pizjuán se escuchan palabras malsonantes. Por poner un ejemplo, cada vez que el Sevilla visita el Santiago Bernabéu o el Vicente Calderón, se escucha el grito de “Sevillanos, yonkis y gitanos”. Sin ir más lejos, esa frase tan despectiva se pudo escuchar en el partido de Copa del Rey en Madrid, el pasado 4 de enero. Sin embargo, no tuvo ninguna trascendencia.
Por no hablar de los insultos racistas que se han podido escuchar en innumerables ocasiones hacia determinados jugadores negros en diferentes estadios de la geografía española. O los insultos que recibió el jugador del Barcelona, Paco Alcácer, cuando visitó el estadio del Valencia, esta misma temporada, y se pudo escuchar “Alcácer muérete”, como el dirigido a Sergio Ramos. Además, en ese mismo partido, el jugador del Barcelona, Naymar, recibió un botellazo desde la grada, en la celebración de un gol.
Misma justicia para todos
Sin embargo y, a pesar de todo, Antiviolencia no actuó con la misma justicia que con el Sevilla. Está bien perseguir todo acto o comportamiento que no sea adecuado y denunciarlo. Lo que no está bien es actuar siempre en una misma dirección y, cuando esos mismos incidentes, o incluso peores, ocurren en otros lugares, hacer como si nada hubiera pasado.