Los pocos aficionados que esperaban la llegada de buenas noticias para el Sevilla FC desde San Sebastián se vieron por enésima vez defraudados. El equipo de Diego Alonso no despega, y el juego de la Real Sociedad desnudó las carencias del preparador charrúa. No hace falta ser un equipo de primer nivel, como lo era el Arsenal, para romper las costuras de unos hispalenses en horas bajas. De nuevo, la sensación de dejadez y la falta de ideas se apoderaron de los rojiblancos, que acabaron desquiciados el encuentro. Dos expulsiones rigurosas que además provocarán sendas destacadas ausencias en el próximo partido de Liga. No soplan buenos vientos para el preparador uruguayo que parece haber agotado todo su crédito en la capital andaluza.
Una primera parte para olvidar
La parroquia de Nervión vive un día de la marmota continuo, desde que comenzó este campeonato. Los jugadores salen desenchufados y faltos de tensión competitiva. Una deficiencia de la motivación que apunta inmisericorde al banquillo hispalense. Y es que los sevillistas solo necesitaron dos minutos para encajar su primer tanto ante la Real Sociedad. Fue un desafortunado autogol de Dmitrovic que sigue aumentando su pésima estadística este año. Qué lejos queda aquel guardameta sobrio y sereno que de la mano de Mendilibar sentó en el banquillo a todo un Zamora. Con todo el partido por delante, y ya con el marcador en contra, los andaluces intentaron hacerse con encuentro. Pero la falta de una estrategia clara y la total ausencia de ideas en juego ofensivo anulan al más pintado.
El Sevilla FC solo parece ofrecer noticias en ataque cuando algún jugador muestra individualmente su calidad, que la tienen. Pero no bien se habían sobrepasado los veinte minutos del primer tiempo cuando un golazo de Sadiq, mal defendido por un laxo mediocampo rojiblanco, amarró el choque para los locales. La Real Sociedad administraba hasta el descanso la ventaja, mientras que los nervionenses apenas sabían qué hacer. Una falta desbaratada entre Rakitic y Ramos en el minuto 38 dejó a las claras que el trabajo del equipo técnico no tiene el nivel exigido. Fue una demostración lamentable de la falta de preparación por la que vagan jugadores de un nivel indiscutible.
Una segunda parte tocando a rebato
Comenzaba la segunda parte y los jugadores hispalenses pusieron coraje ante la ausencia de un plan. Y funcionó, pues sigue demostrándose que Youssef En-Nesyri necesita poco para afinar su olfato. Un nuevo gol de cabeza en el minuto 59 que recortaba distancias en el luminoso. La Real Sociedad, ante el gol sevillista, dio un paso atrás y regaló el balón y el campo, confiando que los rojiblancos siguieran con la ausencia de ideas de la primera parte. Error de apreciación de los donostiarras, pues los pupilos de Alonso olieron el miedo y se lanzaron a Degüello. De nuevo, el marroquí, con un trallazo a la cruceta seis minutos después, hacía soñar con la remontada a los sevillanos. El empate estuvo cerca de ser la noticia. Pero la lesión de Badé unos minutos después y la reconfiguración del equipo desbarataron el espíritu heroico de los de Nervión.
Empezaron los donostiarras a estirar las contras y a generar peligro. Y ahí fue donde se descosió el Sevilla, con un Ramos que fue expulsado por una dura entrada, que pitó el asistente. De nuevo polémica entrada del VAR, en una jugada que el árbitro ni había señalado. Y de paso el capitán, Jesús Navas, se llevaba la segunda expulsión rojiblanca por protestar, a todas luces, en una desproporcionada reacción del colegiado. El árbitro, el madrileño Ortiz Arias, quiso ser noticia del encuentro, y lo logró con creces. Mientras en el terreno de juego, roto el partido, la Real Sociedad temporizó con el balón ante un Sevilla desarmado.
Un Diego Alonso sin crédito ya no es noticia
La parroquia hispalense ya no da más tiempo al uruguayo. Un entrenador que inexplicablemente decide sacar al inusitado Adnan Januzaj ante su ex equipo, cuando apenas ha contado este año. Que parece incapaz de motivar a sus jugadores antes del partido. Y que no parece tener claro el estilo que quiere imponer a sus pupilos. La falta botada en el minuto 38 podría ser por sí motivo de destitución para cualquier preparador. El problema es que ni los números ni el juego acompañan al charrúa. El sentir general es que se ha perdido una oportunidad de oro para haber gestionado el relevo en el parón de selecciones, para dar entrada a un técnico que revolucionase el vestuario. La insistencia en mantener al técnico de Montevideo comienza a señalar a un Víctor Orta, director deportivo del Sevilla FC desbordado por las noticias negativas.
Por si fuera poco, los análisis del preparador y sus ruedas de prensa incendian Nervión. En apariencia sin un fuerte carácter, al uruguayo no se le conoce la autocrítica ni el enfado. Sus lecturas, siempre benevolentes, parecen sumergir en una plácida somnolencia al entorno del club, sin percatarse que, esta temporada de nuevo, se está jugando con el fuego del descenso. Solo los jugadores, como Ocampos en San Sebastián, hablan con claridad transmitiendo el enfado que sufre la hinchada. El crédito de Alonso está agotado para la grada, y parece que para una buena parte de la plantilla. La duda es cuánto tardará la planta noble de Nervión en entenderlo. Porque puede que las noticias de su destitución del Sevilla FC, cuando se produzca, se empiecen a mezclar peligrosamente con las de un descenso cada vez más cercano.
