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Desmontando a Pablo Machín

El inicio de temporada, marcado por la pronta llegada de competiciones oficiales, dejó al técnico un margen escaso de trabajo de pretemporada. Así, con apenas un mes de entrenamiento, Machín se enfrentó a la difícil tarea de intentar montar un equipo estable, a la par que competitivo, y pasar las rondas previas que permitirían al Sevilla volver a estar en su competición favorita. El soriano se vio obligado a seguir experimentando sobre la marcha para alcanzar los paradigmas básicos sobre los que trabajar el resto del curso. A día de hoy, con un tercio de la temporada a la espalda, un análisis del juego y el once tipo del Sevilla muestran claramente la evolución en la libreta de Machín.

La adaptabilidad de Machín

Que los cambios se iban a ir sucediendo conforme avanzase la temporada era de cajón, pero lo que quizá nadie se imaginaba es que iban a ser tantos, tan forzados y tan sensibles. La gran variación, el sistema de juego. Durante los primeros partidos de los nervionenses, Machín dibujó un perfecto 3-4-3; un esquema conocido y trabajado ya por el técnico anteriormente. Así, tres centrales, dos carrileros, dos pivotes, dos mediocentros y un delantero conformaban el once titular de los rojiblancos. Mercado, Kjaer, Sergi Gómez, Escudero, Navas, Banega, Roque Mesa, Vázquez, Sarabia y André Silva eran los elegidos frecuentes para cubrir los puestos.

A pesar de los buenos resultados que el sistema había dado en las previas, la final de Supercopa y el primer partido de Liga… la segunda y tercera jornada volvieron a poner de manifiesto una vieja traba conocida del Sevilla: la falta de gol. Para más inri, la enfermería empezó a poblarse. De esta manera, Machín tuvo que rascarse el cerebro para buscar una solución efectiva, llegando a la conclusión de que el sistema tenía que cambiar. Así, del conocido 3-4-3, el soriano se decantó por un 3-1-4-2 concurrido por tres centrales y dos carrileros (manteniendo su idea principal), un pivote, dos mediocentros y dos delanteros. Vaclik, Mercado, Kjaer, Sergi Gómez, Arana, Banega, Vázquez, Sarabia, André Silva y Ben Yedder se convirtieron en los portadores del cambio.

En especial, las variaciones en los esquemas dejan ver con lucidez el conocimiento que un técnico tiene de su plantilla…. y Machín ha demostrado que sabe de sobra quiénes son sus jugadores, cuáles sus bazas fuertes y cuáles sus debilidades. Así, el técnico sevillista ha dejado claro en la formación de sus onces quiénes son sus hombres de confianza. Y es que no hay más que mirar los partidos disputados para saber que Vaclik, Sergi Gómez, Mercado, Navas, Banega, Vázquez, Sarabia, Silva y Ben Yedder son los nombres propios de la pizarra de Machín.

Cuestión de necesidad

Aunque a la lista de nombres propios bien podría añadirse a Kjaer y Escudero, la cruda realidad para estos jugadores es que las lesiones, si no han impedido su inclusión en esta nómina, sí la han retrasado. Así, la condición caprichosa del fútbol ha dejado grandes sorpresas como Arana y Carriço, dos futbolistas que en nada esperaban el protagonismo que han tenido en muchos de los partidos, haciendo más llevadera la ausencia de los titulares, especialmente en el caso de Carriço. Una vez más, la filosofía machinista de que “los jugadores están para usarlos” ha dado sus frutos.

Sin embargo, no siempre se ha demostrado que deba cumplirse esa afirmación del castellanoleonés y la pura verdad es que las rotaciones y los rotadores comunes han ido menguando cada vez más. Si bien es verdad que la formación de un once tipo siempre dificulta la inclusión de otros jugadores en él, también lo es que los recambios no han funcionado tal y como Machín y la afición esperaban. Así, Nolito, Roque Mesa y Vidal, titulares en más de una ocasión, han ido desapareciendo no solo del once titular, sino también de las reservas comunes. Haciendo honor a la justicia, sus minutos en lo que va de campaña no han estado a la altura del nivel que se les presupone. En el caso de Gnagnon, su falta de rendimiento ha hecho que incluso surjan noticias sobre una posible salida. A pesar de esta criba cada vez más evidente entre los jugadores de banquillo, parece que la figura de Promes y, sorprendentemente, la de Muriel se mantienen a flote con cierta tranquilidad. De este modo, con las lesiones de Silva y Ben Yedder, Machín se vio obligado a envolverse de nuevo en su ideal de hacer de la necesidad una ventaja.

En definitiva, la situación actual en la plantilla parece dejar claro que, más que los méritos, es la necesidad la que mueve al soriano a efectuar rotaciones. Aun así, hay una situación que no parece que pueda salvar ni siquiera la necesidad: la ausencia total de Borja Lasso. Las exigencias de la temporada y del nivel general del equipo han dejado en evidencia que el canterano sevillista no tiene hueco en la plantilla a pesar de tener ficha del primer equipo. Si los próximos encuentros serán testigos de su debut solo lo sabe Machín, aunque la verdad más predecible en todo esto es que Lasso deberá buscar un nuevo destino.

En clave táctica

Que el técnico sevillista domina la disciplina táctica del fútbol ya lo demostró durante la pasada campaña en Girona. Aun así, a lo largo de los cinco meses que Machín lleva dirigiendo a los hispalenses, la afición ha podido advertir con facilidad la flexibilidad con la que maneja el juego táctico del equipo, variando aquellos aspectos que no funcionaban, encontrando soluciones eficientes y leyendo con claridad los arreglos intrínsecos del cambio de sistema.

En cuanto al método de ataque, el cambio ha sido evidente. Frente a la presencia original de un solo delantero, Machín creyó conveniente introducir un segundo atacante para aumentar las posibilidades de gol, lo que ha terminado por ser todo un acierto. Por otro lado, más allá de la presencia de uno o dos goleadores, el soriano supo darse cuenta del potencial de la segunda línea y la necesidad de que esta apareciera en el ataque, creando segundas jugadas o sacando a relucir sus cañones desde fuera del área. Los goles de Banega, el Mudo y, especialmente, Sarabia son la prueba evidente de que la lectura del entrenador ha sido la correcta. Por otro lado, la presencia constante de los carrileros como puñales por sus respectivas bandas no ha variado en el estilo ofensivo de los rojiblancos. Sus internadas frecuentes por la línea de fondo han sido origen constante de los goles de jugadores que llegan en carrera desde atrás. Con todo lo anterior, parece acertado decir que el gran éxito del sistema radica principalmente en los apoyos constantes entre los jugadores independientemente de la zona que ocupen.

Del lado defensivo también se han podido ver algunas modificaciones que han mejorado el rendimiento del equipo. A pesar de que el sistema de tres centrales y dos carrileros no ha variado, sí que lo ha hecho la intervención del resto de jugadores en las tareas defensivas. Así, de un equipo abierto en el que los pivotes, carrileros y centrales cargaban con el peso de la defensa, actualmente el técnico ha cerrado más al equipo y se ha pasado a una defensa en zona en la que todos los efectivos del once participan. La unión del equipo permite hacer asociaciones rápidas y eficientes una vez recuperado el balón y, en los momentos de más intensidad por parte del equipo rival, un dominio de la posesión que tranquiliza el juego y facilita volver a recuperar el control del encuentro.

Por último, las frecuentes jugadas de pizarra que suelen exhibirse sobre el verde a balón parado dan también muestras claras del peso de la táctica en el juego exigido por Machín, recordando a aquellos tiempos en los que Emery lideraba el banquillo. Con Banega y Sarabia al mando de los centros, son ya frecuentes los saques de esquina con pase y combinación que bien terminan en pase a la frontal del área para remate de algún jugador o en centro para que cabecee alguna de las torres. Los pases largos al segundo palo para facilitar los remates de los carrileros, los despistes a la defensa rival para favorecer tiros francos y la agilidad de los mediocentros son algunas de las claves de la táctica de un Machín que ha encontrado la forma de hacer funcionar al Sevilla.

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