Nuevo derbi sevillano del año, primeros quince minutos de intensa posesión rojiblanca y otro partido más, que agrava el característico verde bético. “Verde esperanza”, dicen algunos inocentes que desconocen la efectividad del dicho en el encuentro. Sin duda, en su lugar predominó un “verde añoranza” y es que, quizás la nostalgia sea la reina de un estadio que no triunfa en diez derbis consecutivos. El Sevilla F.C. se enfrentó a un eterno rival inmerso en su incapacidad de tirar a puerta durante el partido y un penalti al sobrevuelo. Y voló, porque realmente Rubén Castro puso en prácticas sus estrategias de aviación. A un balón verde despedido, le siguió un ánimo bético desfallecido. Mientras tanto, el Sevilla F.C presumía de una posesión sobresaliente, sobre todo en los primeros minutos del encuentro. Los goles de Krychowiak y Krohn-Dehli, números diez y nueve del equipo nervionense, hicieron saltar la grada de la afición rojiblanca. Como resultado, dos goles a cero que se decantan de nuevo por el triunfo del sevillismo.
Al Sevilla F.C parece que no le hizo falta pisar el acelerador para obtener la victoria. No obstante, la presión también jugó en el campo de tal enfrentamiento deportivo. Por añadidura, si el triunfo de los jugadores rojiblancos alcanzó gran protagonismo, la afición sevillista también. La denominada jaula estaba más viva que nunca y durante los goles, el calor del sentimiento rojiblanco abarcó los rincones del Villamarín. Presión e ilusión, una vez más. Quizás para muchos, la victoria del derbi significa vivir un regalo de reyes mayor que lo que supondría un triunfo al Granada F.C. El primer partido no fue el primer regalo, pero el primer derbi del año ha sido toda una conquista. El Sánchez – Pizjuán, sigue siendo nuestra casa que nos libra de estar en “Fuera de Juego” pero, ¿retomará el “verde esperanza” el equipo bético en el próximo encuentro?