Opinión
De canto
El mes de enero para el Sevilla Fútbol Club había sido el de la resurrección de un equipo al que el entrenador anterior había dejado muerto. El mes de febrero habría de ser el de la consolidación de un proceso difícil de recuperación de las constantes vitales del enfermo. Sin embargo, la trayectoria del equipo sevillista está siendo tan errática como la de algunos de sus miembros lesionados, como Marcao, Papu Gómez o el Tecatito Corona, cuyos vaivenes en la rehabilitación les impide regresar a la normalidad de su actividad futbolística. De tal manera que el balance final del segundo mes del año para el conjunto sevillista ha sido de cuatro puntos después de cuatro partidos, lo cual, extrapolado al resto de la temporada, conllevaría un segundazo catastrófico.
Al inicio de febrero, la moneda del Sevilla Fútbol Club se encontraba de canto, con las mismas probabilidades de caer de cara que de cruz. Y ahí sigue después de disputados encuentros contra el FC Barcelona, Mallorca, Rayo Vallecano y Osasuna con un saldo de dos derrotas, un empate y una victoria que no puede ser calificado más de que insuficiente dada la disyuntiva en la que se encontraba cuando empezaban los días del mes. En el transcurso de esos cuatro partidos, al igual que en los dos de la eliminatoria UEL frente al PSV holandés, la moneda ha ido deambulando de una cara a otra manteniendo individualmente el mismo comportamiento errático que en la globalidad de manera que cada encuentro podría haber terminado con cualquiera de los tres resultados posibles, lo cual lleva a concluir que el equipo no tiene una tendencia definida ni en lo futbolístico ni en lo mental.
Teniendo en cuenta que el fútbol, al igual que cualquier otra disciplina de la vida, se asienta más en lo psicológico que en lo técnico, no es extraño que los integrantes de la plantilla del Sevilla Fútbol Club demuestren en cada partido que su estado de ánimo aún no está completamente definido ni hacia la depresión ni hacia la serenidad; pues tanto los resultados como el desarrollo de cada partido les da razones para lo uno y para lo otro. El último ejemplo lo encontramos en el compromiso más reciente, el del domingo ante Osasuna, que se convirtió en una montaña rusa de emociones que pasaba de la desazón por la derrota a la euforia en la búsqueda de la victoria hasta que finalmente la moneda cayó cruz. Dado que la situación en la clasificación antes del partido se encontraba también en una encrucijada entre la resurrección o la UCI, el análisis de hoy tras sucumbir ante los osasunistas no tiene más remedio que ser pesimista dada la proximidad del abismo.
Indudablemente, este comportamiento indefinido del Sevilla Fútbol Club tiene su inmediato efecto en el ánimo de la afición, que pasa del aplauso al silbido en cuestión de minutos; y se extrapola también a la valoración que se realiza del entrenador. Los meses de enero y febrero son ya producto exclusivo de Jorge Sampaoli pues, tras los dos meses de pretemporada invernal y las incorporaciones de los esfuerzos reclamados, el actual Sevilla Fútbol Club es completamente obra suya para lo bueno y para lo malo, puesto que su desempeño en este tiempo está caracterizado también por la indefinición en el rumbo.
Sampaoli es capaz de lo mejor y de lo peor. En su haber se puede consignar a estas alturas el hecho de recuperar a jugadores que parecían defenestrados como En-Nesyri, Suso, Ocampos o Jesús Navas, así como la capacidad del equipo para desplegar un juego preciosista, vertical y ofensivo que hacía tiempo que no se veía. Por contra, en el debe, llama la atención su tendencia a afrontar con miedo situaciones que no habrían de ser más que una mera preocupación habitual en una práctica deportiva que consiste en enfrentarse a un rival que tiene la misma aspiración: ganar. En el partido del domingo, su ataque de pánico se produjo, según él mismo reconoció, con la introducción en el campo por parte de Osasuna de Chimy Ávila y Abde, dos jugadores medianitos en el fútbol nacional, que pusieron de los nervios a Sampaoli sólo con salir al campo y sin que mediara acción ninguna. La mera presencia en la banda de estos dos jugadores provocó que el técnico sevillista entrara en ‘modo pánico’ y protagonizara un episodio similar al de Barcelona con papelito de instrucciones incluido. En el tiempo en el que se futbolistas descifraban el mensaje, los osasunistas aprovecharon para establecer el 2-3 definitivo que sitúa al Sevilla de nuevo al borde del abismo.
El futuro más inmediato del Sevilla Fútbol Club es un mes de marzo con tres compromisos ligueros, Atlético de Madrid y Getafe a domicilio y Almería en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Veremos para qué lado se decanta la moneda.
febrero 28, 2023
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