Dabbur, ansiedad por el gol

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Se respira tranquilidad en Nervión. El Sevilla mira a Europa con una sonrisa de oreja a oreja. Líderes del grupo A (cinco puntos por encima del segundo, el Qarabag), los hispalenses vuelven a dar una alegría a la afición con la victoria ante el Dudelange. Pero esa sonrisa es algo general. Si miramos las particularidades, esta se reduce en mayor o menor medida, como en el caso de Munas Dabbur. En su primera titularidad, se fue con las manos vacías.

Faltó tranquilidad

El futbolista israelí saltó al césped del Sánchez-Pizjuán con los tres palos entre ceja y ceja. Sabía que era una oportunidad que podría no volver a repetirse en un tiempo indeterminado. Desde un principio, se denotaba nerviosismo en su juego. Deseaba participar, sentirse importante en un equipo cuyas puertas se le van cerrando con el paso de los días. El problema es que no supo compaginar la intensidad con las prisas. Cuando hay que tener la mente fría, ser fuerte psicológicamente, es el momento que más te traicionan los nervios. Su situación es delicada, por lo que pedirle paciencia es difícil. Conforme iban pasando los minutos, los gestos de desesperación eran patentes. El balón se le escurría entre las botas, y llegaba a cualquier lado menos al fondo de las mallas. Finalizó el encuentro, disipándose una valiosa posibilidad de reivindicarse. Lopetegui lo calificó en rueda de prensa como «un buen partido», añadiendo que «seguro que dispondrá de más oportunidades». Palabras insuficientes para un frustrado delantero.

Los números de Dabbur

El rendimiento del jugador los podemos traducir a números. Mirando los datos recogidos en WhoScored, el atacante disparó un total de cuatro veces, solo uno de ellos fue a puerta. Además, recibió dos faltas y dio cuatro pases clave en zona de peligro; De hecho, la bola del primer tanto pasó por sus pies. Estas estadísticas demuestran que dispuso de oportunidades para anotar, y que se dejó ver por el campo. Pero, en contraposición, también cometió errores. Le arrebataron el balón en dos ocasiones y, a lo largo de los noventa minutos, realizó cuatro controles defectuosos que supusieron la pérdida del esférico.

Estos últimos números son resultado de esa intranquilidad que ronda la cabeza de un futbolista cuyos ánimos decaen cada vez más. Habrá que esperar a nuevas participaciones, si vuelven a llegar alguna vez…

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