Si somos realistas, no de la Real Sociedad, porque entonces no estaríamos de acuerdo, sino del grupo de personas que posee sentido práctico y trata de ajustarse a la realidad, la temporada que está realizando el Sevilla Fútbol Club, especialmente en LaLiga, es de diez. Digo en LaLiga, porque en la Europa Champions League no es de diez sino de once. Porque en los partidos europeos nuestro equipo sale con el equipo al completo al terreno de juego y en el campeonato doméstico, con diez. Con diez más De Jong, me vengo a referir. Y es que se critica mucho al equipo porque vive en el alambre, porque arriesga mucho en controlar de modo excesivo los resultados a favor, pero yo me pregunto: ¿qué hacen los demás equipos cuando juegan con diez y van ganando? Pues controlar. A ver si no. ¡Y vamos terceros!
El entrenador hispano- argentino Helenio Herrera, alias El Mago, pronunció una frase mítica, que hoy sería trending topic para los restos: «Con diez se juega mejor que con once». Y por lo que parece, Julen Lopetegui, como buen vasco de ocho apellidos euskaldunes o más, ha decidido no solo emular a su famoso colega, sino pulverizar todos sus récords. Porque no podría definirse de otra forma que un equipo de nuestro presupuesto se clasificara para la Champions jugando con uno menos en cada partido. Es lo que tiene que un vasco nos dirija.
Estoy convencido de que Luuk De Jong es un jugador honesto. Su nobleza en el juego se ve de lejos y no solo porque pase poco tiempo cerca de la pelota y cueste trabajo que vea nada. Es un futbolista que da todo lo que tiene por los colores que defiende y probablemente no habría otro cuyo éxito nos hiciera más feliz a los sevillistas por su empeño, pero… Ay, las estadísticas.
Ya, ni se ve, no es posible ni protestarle. Muchos nos dimos cuenta de que estaba jugando cuando lo sustituyeron. ¿Será que está jugando Chicharito?, me preguntaba. Pero estaban lesionados, no habían formado parte de la expedición. A punto estuve de llamar a Quién sabe dónde, pero ese programa es de otra cadena, así que no me iban a contestar por un tema de protección de datos o qué sé yo.
Cuando lo suplió un defensa, el ataque mutó. A mejor, por supuesto. Porque por no haber, no hubo por su parte ni un mal cabezazo, ni un tiro fallido, ni un fuera de juego que imputarle al jugador holandés. Nada hubo para esa camiseta sudada sin éxito.
Dicen que hay jugadores que los que no entendemos de fútbol no sabemos valorar, que hacen un trabajo oscuro, que no se ve pero que resulta tremendamente útil para el colectivo. De esta forma veo hasta a Nolito, pero a De Jong… Quizás es que no entienda ni papa, vale, pero los ceros de las estadísticas sí que los sé interpretar. Porque el cero es la nada, la ausencia. Ocupando un puesto.
Cada jornada que pasa se ve que el sistema con el que juega el Sevilla no es beneficioso para los delanteros. No marca ninguno, aunque unos creen más ocasiones que otros cuando tienen la oportunidad. Pero en esto de las oportunidades, la distribución ha sido muy injusta hasta la fecha. La trayectoria, los hechos, nos dicen que es hora de que otros merezcan la paciencia que se ha tenido con el holandés.
Dicho esto, qué se puede pedir más, con treinta y cuatro puntos hasta la fecha de hoy. Siendo, encima, el equipo que más puntos saca fuera de casa. ¿Habrá derecho a quejarse? ¿No será que algunos sevillistas como yo nos quejamos de cualquier cosa con tal de criticar? Puede ser, puede que sea cierto, pero no lo es menos que hay ciertos defectos que se cronifican, y que pueden pesar cuando el físico, la suerte o la cabeza no respondan como hasta ahora. Y entonces, sí, entonces puede que nos acordemos de estos detalles.
Pero mientras llega, que nos quiten lo bailao, y que la luz que se abre paso entre las tinieblas en estos días ilumine las mentes de los que pueden apuntalar una temporada que se prevé hermosa. Felices fiestas a toda la familia sevillista. Os lo deseamos, de corazón palangana, Jul y Gan. Y yo también, claro está.