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La clave del cambio de cara del Sevilla ante el Villarreal

El Sevilla venció en su visita clave al Estadio de la Cerámica. Los de Berizzo se jugaban el estar o no en la lucha por la Champions y los tres puntos le reenganchan a la batalla que disputan Valencia, Atlético de Madrid, Real Madrid y Barcelona. Tiró de épica de nuevo y consiguió la remontada gracias a una característica que sacan en situaciones límite: la constancia en ataque. A pesar de haber conseguido el triunfo, el partido merece una lectura más pormenorizada de los datos del encuentro para poder analizar con hechos lo que le ocurrió, una vez más, al equipo sevillista.

El partido, según la posesión

Para empezar, el equipo salió al campo y se vio dominado por el rival. Los primeros treinta minutos fueron del Villarreal y así lo demuestra el marcador y la posesión, que fue para el submarino amarillo durante la primera media hora. A partir de ahí comenzó a cocerse el cambio en la actitud sevillista. El último cuarto de hora de la primera mitad fue de dominio rojiblanco. No se reflejó en el marcador, pero sí en el juego, con dos tiros a puerta obra de Vázquez (min. 30) y Banega (min. 36). En la segunda mitad, la posesión solo la perdió el Sevilla en los cinco minutos posteriores a los goles de Lenglet (min. 55) y Vázquez (min. 56), pero la volvió a recuperar coincidiendo con el cambio que introdujo Berizzo y mediante el cual Krohn-Dehli sustituyó al ‘Mudo’.

El ‘Mago’, indispensable

La posesión del balón no fue el único factor estadístico decisivo en el vuelco que le dio el Sevilla al partido frente al Villarreal. Banega es el jugador de más calidad del equipo y esa afirmación no es vano. Fue el mejor jugador del partido una vez más y los datos lo explican. Durante la primera mitad del encuentro, Éver Banega no pisó el área enemiga. De hecho, solo fue más allá de la media luna del área para lanzar cuatro córners. Además, perdió tres balones y solo realizó con éxito dos regates. Su porcentaje de participación sobre el juego fue únicamente del 7,3% y este dato en concreto es muy relevante. En la segunda mitad, Éver se adueñó literalmente del partido. Su participación se eleva dos puntos y medio, alcanzando un fantástico 9,8%. Tocó el balón en 61 ocasiones y realizó dos disparos sobre la portería. Además, fabricó 44 pases, de los cuales, 2 fueron clave.

Los datos arrojan dos conclusiones claras. Por un lado, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el equipo salió relajado y sin intensidad. De igual manera, el análisis de las estadísticas deja claro que el equipo tiene capacidad de reacción y sabe hacerse con el control del partido. Los motivos por los que ocurre esto y las posibles soluciones… son ya terreno de análisis del propio Berizzo.

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