Les pido unos instantes para decirles que confiamos en ustedes, no todos, pero muchos de nosotros. No es algo racional, vemos a alguien con esa camiseta blanca y roja y lo hacemos de la familia. Pero también es un momento clave. Escucharán por ahí que los que se juegan cosas importantes son otros. No se equivoquen. Sampaoli se va. SI no se los dijo, se los digo yo. En lo personal, si me llamara la selección, también me iría. Quizás se los dijo, quizás ustedes lo intuyen, quizás esto explica los últimos partidos. No lo sé, ni me importa (y si me equivoco pediré disculpas). En todo caso, muchachos, hagamos este ejercicio: Sampaoli ya se fue, hace un mes. Están ahí, solos.
Aprovecho para contarles una anécdota. Cuando la selección uruguaya salió campeona en el año 50 en Maracaná, los directivos de la AUF mandaron a hacer unos anillos de oro conmemorativos ¡para ellos!… No para los jugadores. ¿Pueden creerlo? Pues créanlo. Por eso insisto. Están ahí, solos.
Quedan pocos partidos. Está llegando el verano. Habrá salidas y entradas. Nadie quiere lesiones, ni sorpresas… Miren ahora un instante a las tribunas. ¿Ven como se llenan? ¿Nos ven? Somos nosotros, algunos nos llaman “la afición”, “”seguidores”, la “hinchada”. Una enorme masa de personas, dentro y fuera del estadio. Comenzamos a animarlos por llevar esa camiseta. Tengan en cuenta eso. El año pasado no conocíamos a muchos de ustedes, y sin embargo acá estamos, juntos en este momento clave. El año próximo quizás no estén, pero nos da igual. Solo nos importa este partido, el que viene, y ya no por los puntos o por las copas, porque somos sevillistas y nos gusta ganar. Los poderosos del fútbol están felices. Todo salió según los cálculos. Los resultados son previsibles, aburridos. Pero en los próximos partidos, puede suceder algo que lo cambie todo. Un equipo de una ciudad del sur, uno, que nunca se rinde, se jugará la piel, como si se tratara de una final. Contra todas las estadísticas. Estoy seguro que quieren ganar. También puedo entender que un partido se empate o se pierda, pero lo que no merecemos es que jueguen por jugar. Son unos privilegiados. Llegaron a jugar en el equipo titular, en primera, en Europa. Si no sucede ahora, no sucederá en la próxima temporada. Estamos solos, ustedes y nosotros. No necesitamos directivos, entrenadores, ni representantes, y como ya notaron, tampoco periodistas capitalinos. Ellos están felices. Todo salió según lo planeado. Se dieron muchas causas. No miremos atrás. Empecemos a hacerlos temblar. Ustedes y nosotros, no necesitamos a nadie más. Juguemos al fútbol.