Carta a los Reyes Magos

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A punto de entrar en un nuevo año, Jul y Gan me han pedido que escribamos una carta para el Sevilla a los Reyes Magos. Sospechamos que un año más, siendo extranjeros como son, únicamente les echarán cuenta a lo que pidan merengues y culés, ya que por ahí fuera parece que son los únicos equipos que existen. Tampoco sabemos cómo afectará el procés, tan antimonárquico y pro republicano, a esto de los regalos. Quizás sus majestades, por una cuestión de solidaridad con nuestro soberano, traigan carbón a los catalanes, aunque, visto que un año el carbón que les enviaron tuvo forma de Ansu Fati -que no fue un regalo sino que nos lo birlaron-, quizás no los vaya del todo mal a los barcelonistas con un castigo de este tipo.

Hemos decidido que no vamos a pedir fichajes, porque para eso tenemos a nuestro monarca particular, Monchi I de San Fernando y V de Nervión, y que a quien le pique que beba agua.

Estuvimos a un tris de pedir goles para nuestros delanteros (se entiende que en la portería contraria), pero ya nos adelantaron las Cookies de la página web de sus majestades que eso no era competencia de ellos sino de los santos milagrosos. Por ello, antes de escribir la misiva, realizamos una intensa búsqueda por internet de los patronos de causas imposibles y desesperadas. Estuvimos a punto de preguntarle a nuestro vecino bético, mucho más avezado en estas cuestiones milagrosas e inverosímiles por razones que no hace falta aclarar. Hecha la búsqueda, descartamos a tres de los cuatro que encontramos: a Santa Filomena y a Santa Rita de Casia porque al ser tan antiguas, no tenían pinta de ser muy futboleras, porque la afición de las mujeres al fútbol es mucho más reciente; y a San Gregorio de Cesarea lo excluimos porque era turco, de un país que pocas veces se ha comido un pimiento en competiciones por clubes. Así que nos decidimos, por conocido y por cercano, por ponerle unas velas a San Judas Tadeo. Como además el hombre recibe en una iglesia del centro, nos vino muy bien visitarlo un día que fuimos a ver belenes en el centro. Así que lo de los goles, en portería contraria, insisto, se lo hemos encargado a este santo, paisano de Dabbur, y allí que nos dejamos nuestros euros (no solo Monchi se gasta en el mercado de invierno) para pedir por Luuk de Jong (esa vela nos costó más cara, porque hay que poner mucho empeño), por Dabbur (que tampoco iba a ser barato, porque el cura argumentaba que profesaba una religión de la competencia, aunque luego nos hizo una rebajita al saber que el santo y él eran del mismo pueblo), por Chicharito y por Munir (de estos le dijimos al sacerdote que no jugaban mucho porque tenían que ir a misa y se puso tan contento que nos regaló sus velas). Dicho esto, lo que le hemos pedido a sus majestades es lo que sigue:

Un tercer anillo que haga callar a los pesados de los hijos de Palmerín que, visto que no tienen otra cosa de la que presumir, se empeñan en dar por saco con el cemento que tienen de más. Que nuestros antepasados se trasladen al cuarto anillo y hagan un tercero para nosotros, que estamos que nos salimos.

También hemos pedido tener entrenadores menos tercos. No es por nada, porque estamos muy contentos con ir terceros y con nuestro sagrado titular en el banquillo actual, pero hace un año teníamos otro cabezota en el banquillo, que también nos llevaba por aquel entonces en puestos Champions pero que, si bien se comió los mantecados, no llegó a los pestiños y este año, con su nuevo club, ni pestiños ni mantecados por su obcecación. Así que hemos pedido un poco de versatilidad, que los futbolistas no son aizkolaris (salvo Diego Carlos, mi amor). Queremos que siga Lopetegui (por él no pudimos pedir, porque ya no nos quedaba dinero), pero que se convenza que si hay que cambiar algo en el esquema, no pasa nada. Pero nada de nada.

Lo siguiente que pedimos fue que deseábamos que el Sevilla continuara siendo propiedad de los sevillistas. Que los chinos, a sus bazares, los yanquis a su Burger King (empresa participada por los Reyes Magos), y los jeques a Málaga (con Turquía estamos dispuestos a establecer relaciones, pero solo para implantes capilares a Pepecastro y a Monchi si es que fuera su deseo). Para nosotros, y para muchos sevillistas también, es un orgullo haber ganado los títulos que hemos obtenido en los últimos años con gente a la que le hierve la sangre roja, con personas que hablan con un acento que algunos desprecian. Que el Sevilla sea un espejo para que los andaluces tomemos conciencia de que desde esta tierra se puede, claro que se puede.

En fin, no hemos querido pedir muchas cosas más porque reconocemos que no nos hemos portado del todo bien durante este año. En especial con nuestro vecino y su perro Hulio, al que, para limar asperezas, que no sus pezuñas, le hemos pedido un helicóptero de juguete para que pueda imitar a su ídolo, pero solo por quedar bien.

Y nada más, queridos palanganas. Ya veremos si los Reyes Magos nos hacen caso esta vez o tenemos que sustituirlos por el gordito del 24, que tiene más pinta de sevillista.

Jul, Gan y un servidor (y nuestro perro Coke23 también), os deseamos lo mejor para el año que está por comenzar. Y que podamos disfrutar como solo sabemos hacerlo quienes antes y después han sufrido mucho. ¡Feliz 2020! ¡Y a por la sexta! (la tele, no, la copa).

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