Atrapado

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Crucial era ganar en Getafe después de que el Cádiz CF había reducido la desventaja a solo tres puntos y se consiguió. El alivio en el Sevilla Fútbol Club y en todo su entorno está más que justificado, sobre todo porque volver a encarar dos semanas sin fútbol con el agua a la altura del cuello habría tenido un nefasto efecto en el ánimo de todas las instancias englobadas dentro de lo que llamamos sevillismo. Así pues, el tiempo que tiene que transcurrir hasta las 14 horas del día 14 de abril va a ser más plácido. A buen seguro que en los entrenamientos de la plantilla habrá risas y que en las entrevistas se verá relajación y sosiego en los protagonistas.

No obstante, habrá que ponderar el significado del éxito obtenido en Getafe y enmarcarlo dentro de su contexto. Lo único que se ha hecho es mantener la distancia de seis puntos con respecto al abismo; tan solo se ha evitado lo que hubiera sido una amenaza difícil de soportar durante dos semanas; no se ha logrado más que impedir que se agrave una trayectoria que solo puede ser calificada como desastre; es decir, tan solo se ha evitado, de momento, que el insulto que a la institución sevillista están perpetrando los jugadores y el cuerpo técnico no adquiera el carácter de histórico.

Del mismo modo, hay que ponderar el procedimiento por el cual se evitó en Getafe agravar el escarnio, porque el partido que hizo el plantel sevillista es de los que se pierde nueve de cada diez ocasiones, como de hecho ya ocurrió con el Celta 15 días antes. Si después de dos semanas de entrenamientos, por mucho que fueran con el ánimo tocado, el juego del equipo da para eso, es como para sentirse mucho más que preocupado; más bien desesperanzado. La idea futbolística puesta de manifiesto por los muchachos de Quique Sánchez Flores fue aguantar bien pertrechados atrás para mantener la portería a cero y buscar con lanzamientos largos a los dos puntas, lo cual no se consiguió en ninguna ocasión. En el momento en el que el equipo sevillista conseguía el control del balón no había nadie que supiera qué hacer con él, de manera que llamaban poderosamente la atención cómo los futbolistas desistían de cumplir con su función principal de jugar al fútbol y directamente soltaban la pelota a cualquier dirección aunque fuera para dejarla al alcance de un rival. Todo lo más, la única construcción de juego consistía en ceder el balón hacia un compañero más atrasado hasta que llegara al portero, quien pegaba un patadón hacia adelante para que ocurriera lo que fuera. Es decir, cualquier cosa menos fútbol.

A esto se ha llegado porque el entrenador madrileño se ha quedado atrapado en una idea, en un sistema y en unas circunstancias. Está atrapado en la noble intención de fortalecer el sistema defensivo, y pretende hacerlo con la lógica de consolidar un esquema de juego. Sin embargo y paradójicamente, comete acciones ilógicas, cuyo paradigma se encuentra en el carrusel de posiciones en el que tiene sometido a Lucas Ocampos, hasta el punto de ubicarlo como interior en una línea de centrocampistas, cometiendo una aberración que recuerda a aquella otra de Jorge Sampaoli cuando colocó a Joan Jordán como defensa central. El extremo argentino, repito, extremo, va de experimento en experimento como volverá a quedar de manifiesto en el próximo encuentro cuando, una vez recuperado Jesús Navas y ante la baja por sanción de Acuña, vuelva a jugar de carrilero izquierdo. Como una vez tuvo que jugar de portero y no lo hizo mal, cualquier día a Quique se le ocurre ponerlo bajo palos. No lo descarten.

Y esto ocurre porque el técnico está atrapado en el sistema 5-3-2 pues, al igual que Ocampos, Sergio Ramos es otro intocable, aunque ello suponga tenerle atrapado en el sistema, pues es imposible en una línea de cuatro defensas teniendo al camero como uno de los dos centrales. La época de formar una pareja de centrales ya pasó para un futbolista que ronda los 40 años, con lo que ello supone de tener que limitar los espacios.

Con todas estas premisas, no hay más remedio que hacerse a la idea de que este va a seguir siendo el esquema del Sevilla FC hasta el final de temporada, lo cual nos va a deparar sucesivos atentados futbolísticos como los presenciados ante Celta y Getafe. En uno se ganó; en otro, no. ¿Y en el próximo? Lancen la moneda al aire y a ver qué sale.    

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