Este año no nos ha tocado la lotería en la Peña… Este año, en el que quizás debiera cobrar mayor importancia esa recurrente coletilla de “bueno, lo importante es la salud”. Pues no.
Este año deseábamos, con más fuerza que nunca, que les tocara la lotería a los trabajadores del ambigú de la Peña, que tan mal lo han pasado durante tantos meses, viviendo entre el ERTE, el silencio y la responsabilidad, haciendo equilibrios entre el BOJA y la cuenta de resultados, dando explicaciones imposibles a proveedores y clientes sin perder la sonrisa y mirando al futuro a través de un cristal salpicado por la lluvia de la incertidumbre.
Este año deseábamos, con más fuerza que nunca, que le tocara la lotería a ese socio que llevaba años cuidando de su padre, sacrificando tiempo de su escaso tiempo, haciendo un master en Medicina Familiar día a día, y cuyo esfuerzo y dedicación se quedó en nada cuando la pandemia llamó a la puerta del dormitorio de su padre y dijo “hasta aquí”.
Este año deseábamos, con más fuerza que nunca, que le tocara la lotería a esa familia recién formada, que se habían venido a vivir a Sevilla ilusionados, que habían dejado a sus mayores en un pueblo más allá de las fronteras cerradas de la comunidad autónoma, y que la última vez que se vieron fue la Navidad pasada, con esos abuelos que se han perdido un año del crecimiento de su nieto, que se han dejado las huellas dactilares acariciando su cara a través de la siempre pequeña e insuficiente pantalla de un móvil, de una tablet, de un ordenador…
Este año deseábamos, con más fuerza que nunca, que les tocara la lotería a tantos y tantos amigos y amigas que durante los últimos meses han hecho de los números rojos su obligada y permanente compañía, que han aplazado celebraciones, que han sacrificado alegrías, que han desterrado caprichos, que han rellenado con esperanza los vacíos de la despensa, que han jugado con las palabras para no maldecir la realidad delante de los más pequeños…
Este año deseábamos, con más fuerza que nunca, que les tocara la lotería a todos los socios de la Peña que, a pesar de la mascarilla, han seguido sonriendo.
En esta humilde parcela de La Colina somos más de Sabina que de villancicos, por lo que este año, y hoy más si cabe, podemos afirmar que, a pesar de que no nos ha tocado la lotería, tenemos más de 36575 motivos donde vernos vivos:
Tenemos un lugar en el mundo donde no hay sitio para la soledad, con paredes flanqueadas de bufandas, escudos, carteles, fotografías dedicadas, camisetas firmadas y trocitos de la vida de todos nosotros.
Tenemos la Liga, tenemos la Copa, tenemos la Champions y la ilusión de los goles por venir. Tenemos equipos de categoría en todas las categorías. Tenemos a Maite, tenemos a Jesús. Tenemos vitrinas de oro con deseos de ampliación.
Tenemos miles de familias luciendo el mismo dorsal. Tenemos himnos que perdurarán en el tiempo. Tenemos memoria y voluntarios que la guardarán. Tenemos un palacio de los sueños en pleno Nervión. Tenemos abrazos pendientes de dar y besos pendientes de recibir. Tenemos el mejor recuerdo de nuestras vidas pendiente de suceder.
Tenemos ilusiones intactas, fuerzas compartidas y manos que echar a quien lo necesite. Tenemos las ganas de seguir adelante y de que ninguno de los nuestros se quede atrás. Tenemos calendarios con fechas señaladas esperándonos a la vuelta de cualquier buena excusa. Tenemos las puertas abiertas a las fiestas de guardar.
Tenemos risas que compartir. Tenemos ganas de más y mejor. Tenemos la certeza de los optimistas y el ánimo intacto. Tenemos champán enfriando para la más mínima ocasión. Tenemos vetado el color gris en nuestra carta a los Reyes Magos, que este año, más que nunca, vendrán, claro que vendrán, porque la magia no se deja confinar.
Y tenemos ganas de que sea 13 de enero para volver a esta pequeña parcela de La Colina, donde uno se siente tan a gusto siempre, a seguir contando la vida que tiene forma de balón reglamentario. Mientras tanto, como decía el poeta Gil de Biedma, tomen la resolución de ser felices. Por encima de todo. Feliz Año Nuevo. Salud.