El Sevilla sufrió hasta el extremo para conseguir la clasificación a la Champions en un partido que se le complicó y a punto estuvo de escaparse. A pesar de todo, el empate (2-2) fue suficiente para pasar la previa.
El guión del partido presagiaba dominio y ataque sevillista, y muy pronto se hizo patente, con tres ocasiones muy claras erradas tras un inicio trepidante. Sin embargo, el Istambul Basaksehir no perdonó en la primera llegada que tuvo. Un gran Adebayor, saliendo de su posición para crear juego y descolocar a la defensa sevillista, filtró un balón a la espalda que acabó en gol de Elia. El Sevilla, maniatado por el miedo y el recuerdo de las eliminaciones recientes en Champions, no carburó con claridad en el resto de la primera parte.
En la segunda mitad, los de Nervión salieron a por todas con un cambio de mentalidad que dio sus frutos pronto. Jesús Navas, más maduro en el juego que nunca, acudió al rescate cuando más falta hacía. Tras una gran arrancada de un irregular Correa, el palaciego puso un centro magnífico que Escudero convirtió en el 1-1. Alivio general con el que se creció el Sevilla, que mostró un buen rato de fútbol ante un rival noqueado. Así llegó el 2-1, con un Nolito eligiendo bien y asistiendo a Ben Yedder, que no perdonó ante el portero rival.
Pudo sentenciar N’Zonzi y no lo hizo, y acto seguido, cuando todo parecía resuelto, un nuevo despiste de la zaga sevillista -nada fiable-, permitió el empate tras un ajustado fuera de juego. Quedaban diez minutos de pánico que el Sevilla no supo gestionar y que casi cuestan la eliminatoria, con un lanzamiento de falta en el minuto 89 que Emre estrelló en el palo. El Sevilla se salvó del desastre y su fragilidad en Champions no fue castigada esta vez. Los fantasmas de la temporada pasada sobrevuelan: poca fiabilidad en las áreas y falta de gol. Habrá que darle tiempo al equipo, que aún necesita mejorar. El sevillismo respira aliviado y estará en el sorteo de Champions.
Banega, muy impreciso
Ever Banega es uno de esos jugadores que sirven para medir a su equipo. Cuando el argentino juega bien, el equipo suele hacerlo. Debe ser el líder sevillista, pero ayer se perdió en una guerra de guerrillas, siendo sometido por los turcos. Impreciso y fuera de sitio, no terminó nunca de coger el pulso al partido y el equipo lo echó en falta. N’Zonzi tampoco le ayudó.
Jesús Navas, maduro y decisivo
Se nota que ha vuelto hecho hombre de Inglaterra. Fue de menos a más y dio al equipo justo lo que necesitaba en cada momento. Tranquilidad en el pase, trabajo defensivo, inteligencia táctica y varios centros con mucho peligro. El centro del primer gol, extraordinario, desatascó a un Sevilla que necesita que los grandes jugadores aparezcan en momentos como ese.