Creo que voy a optar por tener una plantilla escrita y publicarla cada dos semanas cuando el Sevilla juegue fuera. Sólo tendría que cambiarle el nombre del rival porque por lo demás, no cambia absolutamente nada.
Esta vez tocaba Madrid y ante el Getafe. Bueno, no parecía demasiado dificil. Pero nada, el día de la marmota. Un partido súmamente aburrido que parece iba a destacar a tan sólo diez minutos del final. Parecía la oportunidad perfecta para que, por fin, las velas puesta a San Judas Tadeo dieran resultado. Que ya cada vez que el párroco de San Antonio Abad me ve cruzar el patio me dice: «a ver si esta semana, no?». A ver, a ver.
Pero nada, esta semana tampoco. ¡Y a tan sólo diez minuto del final! ¿Quién se iba a imaginar que con el deprorable juego que habían hecho los madrileños iban a tener la ocasión a escasos minutos de finalizar el partido? Y lo mejor de todo, ¿quién se iba a imaginar que a tan sólo unos minutos de concluir, los de Emery se iban a relajar? Como diría aquella jerezana:»¿por qué zeñó, por qué?»
Todo esto empieza ya a darme una pereza que no sé muy bien cómo calificar. Y algo me dice que tampoco es que haya mucho interés por plantar las cartas sobre la mesa y buscar soluciones. Porque vamos, que yo sepa, ¿cuando van de visitante se llevan a la Bruja Lola y las dos velas negras?.
Esta actitud anodina cansa, aburre y enfuerece a la afición que, como yo, trata de buscar explicación a un fenómeno que, dejando al margen los chistes y el anecdotario, es altamente preocupante.