Palabra de entrenador

Nuestra mayor forma de expresión. Algo tan sencillo como la palabra pero a su vez, tan influyente como la oratoria. Convive en nosotros, y crece con nosotros. Y las primeras prácticas de esta, son realmente sorprendentes. La palabra es protagonista de conversaciones, que regala señales a quienes saben escuchar. Es un libro abierto. Conocemos más de lo que imaginamos a personas a través de su palabra. Fíjate. Fíjate bien en cómo hablan, en sus formas de expresión y manejo de la oratoria. Pero que no nos mientan. Que sabemos perfectamente que una palabra cara a cara vale mil veces más, que un mensaje de WhatsApp. Que una conversación donde juegan intercambios de miradas, llena más que un mero ejercicio de pulgares táctiles. Que en sus momentos, criticamos a un presidente que se escondía tras un plasma. Pero que también, era cierto reflejo de la sociedad. No me malinterpretes. Me refiero a aquellos contactos que tras pantallas, configuran diálogos que deberían darse cara a cara. Para los más tímidos, WhatsApp es el comodín del siglo.

La oratoria es la causante de nosotros mismos. Somos la forma en la que hablamos y la manera en la que nos atrevemos a combinar las palabras. Y no hay nada que motive más, que una provechosa palabra en el momento justo. Ello me recuerda a los minutos antes de cada partido  donde los nervios se presencian en el calentamiento. Pero conjuntamente, los jugadores saben  que ha llegado la hora de escuchar las palabras del entrenador. Es la figura por excelencia que dirige, comunica la estrategia de juego y lo más importante, motiva. No somos conscientes del poder de la oratoria. De hecho, ser especialista en elocuencia podría llevarnos a ignorar aspectos aún más importantes. A menudo, nos dejamos arrastrar por la sintonía de la palabra dejando a un lado la sustancia del discurso.

Y somos muchos, los que nos sentamos en la grada sin ser conscientes del trabajo de motivación que impera detrás del terreno de juego. La palabra del entrenador busca la máxima implicación del equipo, confianza en ellos mismos. Son líderes y su instrumento, la palabra. Todo ello, es aplicable a otros ámbitos. La mayoría de las veces, comenzamos a valorar una asignatura cuando el profesor nos enseña a amarla. Es así. Disfrutamos las clases cuando confluyen discursos motivantes. Y tras estos, aprendemos. Para cuando la motivación personal no sea suficiente, siempre, esperaremos encontrar la palabra de un entrenador.

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